lunes, 28 de marzo de 2016

POESÍA POPULAR


Se publicó como artículo de opinión el martes 22 de marzo en el diario El Correo

ROMANCILLO DE LAS MUCHACHAS MUERTAS















En el primer día
de la primavera 

la muerte recoge 
trece calaveras 
para su collar 
de muchachas muertas. 
La muerte no duerme, 
siempre está despierta, 
en los hospitales 
y en las carreteras, 
en las salas solas 
o en salas de espera, 
en los aeropuertos, 
detrás de las puertas, 
la gente se duerme, 
ella está despierta 
recogiendo flores 
y encendiendo velas. 
La gente se duerme 
de cansancio y pena 
pero ella no duerme, 
siempre está despierta, 
siempre está sembrando 
y siempre cosecha. 
Siembra furia y miedo, 
dolor y vergüenza, 
siembra sobre el agua 
de las barcas llenas, 
la boca del puerto, 
el aire y la arena. 
Siembra la venganza, 
el odio y la guerra, 
tiene adoradores 
que por ella siembran 
y luego recogen 
la amarga cosecha. 
Sin embargo nadie 
la espera en la fiesta. 
Es inexplicable 
su mano doméstica. 
Su juego sorpresa 
no nos lo explicamos. 
Sabemos que llega. 
Es la mano fría, 
la mano despierta 
que derrama el sueño 
sobre las cabezas 
de los conductores 
en las carreteras. 
La gente se duerme. 
Ella está despierta 
en la madrugada 
cuando una luz tierna 
esparce su abismo 
en la carretera. 
Bajo la nevada 
ella está despierta. 
En la playa ardiente 
y en la borrachera 
de fuego y verano 
y en la primavera 
cuando las muchachas 
viajan en primera 
a la dulce nada, 
vientre de la tierra, 
dejando un vacío 
en quienes se quedan, 
la pregunta inútil, 
la inútil protesta. 
La muerte no duerme, 
siempre está despierta. 
Su sombra de plagas 
asombra y aterra. 
Todos los enfermos 
sienten su presencia. 
Los laboratorios 
guardan en probetas 
armas de la muerte 
y armas contra ella. 
Sin embargo apenas 
nadie reconoce 
su cara doméstica, 
la que se confunde 
con alguien que espera, 
la que tiene manos 
que en el sueño enredan 
y fijan los turnos 
y escriben las cuentas 
y han determinado 
el final de fiesta. 
En el primer día 
de la primavera 
la muerte recoge 
trece calaveras 
para su collar 
de muchachas muertas. 
Que todas las flores 
sean para ellas, 
el luto florido 
de la primavera. 
En otros lugares 
sigue la cosecha. 
Los ojos oscuros 
de las niñas griegas 
ven los cuerpos muertos 
de sus compañeras, 
las desconocidas 
que arrastran las aguas 
y empuja la guerra, 
flotando en las aguas, 
dormidas en tierra. 
La muerte no duerme. 
Ufana pasea 
por los puntos negros 
de las carreteras, 
por la oscuridad 
donde la acogemos
tan ambiguamente
al dejar abierta 
la entrada a su sombra. 
Ella nunca ceja. 
Se vale del tiempo 
y la naturaleza 
y de la avaricia 
y de la pobreza 
y de la mecánica 
y de la magnética 
sombra de sus ojos 
sobre la desierta 
luz del horizonte 
de la carretera. 
Los depredadores 
son aficionados 
a la carne tierna 
y la muerte lleva 
de todo en su manto: 
amapolas rojas, 
trece cabelleras 
y becas Erasmus
y muchachas rubias 
y también morenas. 
Que las acompañen 
las flores primeras 
y la niña eterna 
que duerme en el fondo 
de la primavera.

Muertas 13 estudiantes Erasmus en un accidente de autobús en la AP-7 en Tarragona

jueves, 24 de marzo de 2016

LA REALIDAD

Realidad es una palabra que me gusta porque además de referirse a algo que está ahí es también una hipótesis, es siempre una hipótesis, es una de esas palabras que, cada vez que la dices, se ajusta a una de sus definiciones o escapa de ella por algún lado, se estira y se contrae como el espacio-tiempo bajo la influencia de las ondas gravitacionales. La ciencia ha ampliado enormemente nuestra idea de la realidad y la ha desbaratado, hasta el punto de que antes creíamos que la realidad seguiría ahí pensáramos lo que pensáramos de ella, y ahora ni de eso podemos estar seguros. Precisamente la noticia de que en las instalaciones de LIGO, en Lousiana, se han detectado ondas gravitacionales nos acaba de sumergir en un mar de términos y conceptos de física cuántica, un terreno donde la realidad se vuelve irreconocible. Para andar por la vida, sin embargo, nos sirven y nos bastan las ideas intuitivas de lo que es real, más relacionadas con la sociología y con la psicología primaria que con la filosofía o la física teórica: decía Philip K. Dick, el autor de ciencia ficción, que realidad es aquello que no se va aunque dejes de creer en ello. A Einstein se le atribuye la siguiente cita: “la realidad es una ilusión, aunque se trata de una ilusión muy persistente”. Lo cierto es que a Einstein se le atribuyen muchas frases que no son suyas. No sé si esta es una de ellas, pero es una buena frase. La revista americana Philosophy now propuso en una ocasión a sus lectores como pregunta del mes “¿qué es la realidad?”. Los editores seleccionaron una docena de respuestas, todas diferentes. Con frecuencia usamos la palabra “realidad” como sinónimo de lo que Freud llamó “principio de realidad”. Esto tiene más que ver con la definición de Philip K. Dick que con el experimento de la doble ranura que se ha vuelto definitivamente popular gracias a la serie The Big Bang Theory, si no lo era antes. En este experimento (creo que en la serie lo ha explicado alguna vez el famoso físico de ficción Sheldon Cooper) la luz se comporta como ondas o como partículas según el observador esté o no esté presente. Cada rama de la ciencia nos da acceso a un estrato de realidad y cada rama de la filosofía nos da una visión de la realidad. También los medios de comunicación, donde la realidad se nos presenta no sólo como algo que está ahí fuera, sino como algo que está entre todos, como las convenciones, las finanzas, el dinero, que no es nada y lo es todo. Después de viajar con Kip Thorne, experto en relatividad, a un agujero de gusano, la cámara gira y enfoca la calle que tiene un resplandor irreal pero inexorable. Como un alveolo en el mundo físico, a la vez extraordinaria creación de la mente, podemos ver la farsa humana, con Esperanza Aguirre protagonizando La gran dimisión (recurrente película) mientras el frío arrecia en las esquinas. Aunque decidas no creer en él, el frío sigue ahí.

lunes, 29 de febrero de 2016

INTELIGENCIA

Publico aquí bajo el título común de "Inteligencia" dos artículos que salieron en el diario El Correo en el mes de de febrero de 2016 y que están claramente relacionados entre sí. La versión para prensa era ligeramente más breve.
  A LO GRANDE
Somos tantos que todo sucede a lo grande: masacres, migraciones, redes de colaboración para el mal, incluso para el bien. En el precipitado huir de los que escapan de la guerra siria se han perdido 10.000 niños.. No uno ni mil, sino un ejército de niños que pueden estar con sus familiares o con el viejo Fagin, el personaje de Dickens multiplicado en versiones similares o aún más siniestras. 10.000 como los 10.000 soldados de la Anábasis de Jenofonte. Este es el gran déficit cognitivo de los políticos: trabajan con cifras en las que no pueden ver personas. Dice Félix de Azúa que casi todos los políticos son hegelianos. “¿Qué importancia tiene el hambre, el sufrimiento, la prisión del inocente, la sumisión del pueblo a la idiotez, ante el imparable progreso ideológico de la nación” ha escrito Azúa refieriéndose a Nicolás Maduro. Pero si cambiamos “progreso ideológico” por “progreso económico” la frase sirve para otros dirigentes, viejos conocidos nuestros. En todo caso ¿cómo actuar de otra manera con estas cifras? Las masas no tienen cara ni nombre. No así Marvin Minsky, que acaba de morir. Era uno de los padres de la ciencia informática y contribuyó a fundar este mundo en que se discute sobre inteligencia artificial y sobre inteligencia colectiva, que no es la suma de las inteligencias individuales sino algo más del mismo modo que el cerebro no es una mera colección sino una asociación de neuronas. La naturaleza inventó la inteligencia colectiva hace ya tiempo (el enjambre es más inteligente que cada una de las abejas) y ahora que los humanos vivimos conectados a redes de una envergadura antes ignorada se abre la posibilidad de una inteligencia grupal también desconocida. Al fin y al cabo estamos en el antropoceno, la era geológica en que el planeta debe muchos de sus rasgos a la acción de nuestra especie: el cambio climático, la presencia del plástico en cada rincón y en cada ecosistema, extinciones masivas y otros propicios acontecimientos. 
La globalización empezó a a afectar a la propia Naturaleza cuando se comenzaron a transplantar técnicas, cultivos, animales y virus (como el del zika) de un continente a otro. Cuando no había más que grupos de cazadores-recolectores la escala del grupo determinaba el tamaño de su impacto y de sus hazañas. Las matanzas eran pequeñas, las guerras locales, los descubrimientos casi siempre intrascendentes. La matanza más antigua de que tenemos constancia sucedió en Kenia, a unos 30 kilómetros del lago Turkana, donde 27 individuos fueron asesinados hace 10.000 años. En su tumba de lodo fueron encontrados durante el verano de 2012 por un equipo de paleontropólogos, que son gente muy dada a escarbar secretos no siempre agradables, como puede veerse. 10.000 años, 10.000 niños desparecidos en las cloacas de Europa, 250.000 muertos en la guerra de Siria y millones de muertos por guerra y por violencia y por injusticia en lo que llevamos de siglo, de siglos, de Historia. La capacidad humana para matar ha ido creciendo de forma paralela a nuestra capacidad de contar muertos. Del ábaco y el hacha de piedra a la era de las computadoras.

DECÍAMOS AYER
Mito o realidad, en todo caso anécdota apreciada por los biógrafos de Fray Luis de León, es el “decíamos ayer” con que el escritor del siglo XVI reanudó sus clases después de haber estado cinco años en prisión por traducir El Cantar de los Cantares y otros delitos semejantes. Alguien (que si no recuerdo mal era David Torres) recordaba el caso no hace mucho entre otros casos como el de Cervantes, a quien la administración de Felipe II tuvo un tiempito en” prisión preventiva” porque no estaban seguros de si había hecho bien su trabajo de recaudador de impuestos. Alguien (sí, David Torres) lo recordaba para ilustrar cómo ha tratado España a sus escritores a través de los siglos hasta llegar a éste en que se les pone boca abajo para recoger las monedas que caigan de sus bolsillos, aunque sean pocas. Decíamos ayer, es decir, la semana pasada, que la tecnología está abriendo hoy unas posibilidades extrañamente grandes a la creación de una inteligencia colectiva característicamente humana, aunque la inteligencia colectiva (y la locura colectiva) también existían ayer, aunque la naturaleza ya haya inventado otras formas de inteligencia colectiva a lo largo de los milenios. En el famoso Instituto Tecnológico de Massachussets le prestan mucha atención al tema, pero su director, Thomas Malone, avisa de que también existe la estupidez colectiva. Supongo que todo dependerá de lo que se ponga en red, de las reglas del juego y de la capacidad de cuestionarlas. A veces, aunque podría parecer raro, es difícil distinguir la inteligencia de la estupidez porque ésta última adopta la forma de la astucia y de la cuquería. En fin, cuando la inteligencia colectiva y las intrigas viajaban en papel se creaban unas redes lentas, porque el papel lo tenía que llevar alguien por los caminos. Ahora la estupidez, la inteligencia, el mal y el bien viajan por las redes de Movistar y otras similares, y en México, por cierto, a la velocidad de la luz como si dijéramos, o al menos 100 veces más rápido que el WIFI. (El matemático Arturo Campos, a quien ya se apoda el Steve Jobs mexicano, no ha inventado el LIFI pero ha resuelto los problemas de su comercialización y ha llevado ésta a la práctica.) El tiempo se ha vuelto rápido, ayer es la semana pasada y las redes, Internet, la Gürtel o la Pünica, también las redes familiares (ministros del petróleo cuyos hermanos montan negocios en el sector y cosas así) actúan a través del teléfono (móvil), del correo electrónico, de whatsapp. ¿Esto, que ya se hacía ayer pero hoy se hace más rápido, es inteligencia colectiva o lo otro? Como no desarrollemos una conciencia de la especie como patria común me parece que nos iremos al desastre junto con la globalización. Hay también, es cierto, otra clase de redes: las creadas por las ONGs que presionan para extender una cultura de los derechos humanos a todo el planeta y hacerla efectiva. El progreso técnico no asegura el progreso moral. Hubo un tiempo en que se creyó que irían juntos, pero eso fue antes de ayer y desde entonces han llovido muchas bombas.



Una artista, dos proyectos en uno: Esperanza D'Ors y las sirenas que provocaron a Ulises.

  Esperanza D'Ors tiene entre manos un proyecto que es dos proyectos: por un lado, el conjunto de esculturas que forman la parte princip...