miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las cosas, pequeña antología. Borges 2


Jorge Luis Borges

Cosas

El volumen caído que los otros
Ocultan en la hondura del estante
Y que los días y las noches cubren
De lento polvo silencioso. El ancla
De Sidón que los mares de Inglaterra
Oprimen en su abismo ciego y blando.
El espejo que no repite a nadie
Cuando la casa se ha quedado sola.
Las limaduras de uña que dejamos
A lo largo del tiempo y del espacio.
El polvo indescifrable que fue Shakespeare.
Las modificaciones de la nube.
La simétrica rosa momentánea
Que el azar dio una vez a los ocultos
Cristales del pueril calidoscopio.
Los remos de Argos, la primera nave.
Las pisadas de arena que la ola
Soñolienta y fatal borra en la playa.
Los colores de Turner cuando apagan
Las luces en la recta galería
Y no resuena un paso en la alta noche.
El revés de prolijo mapamundi.
La tenue telaraña en la pirámide.
La piedra ciega y la curiosa mano.
El sueño que he tenido antes del alba
Y que olvidé cuando clareaba el día.
El principio y el fin de la epopeya
De Finsburh, hoy unos contados versos
De hierro, no gastado por los siglos.
La letra inversa en el papel secante.
La tortuga en el fondo del aljibe.
Lo que no puede ser. El otro cuerno
Del Unicornio. El Ser que es Tres y es Uno.
El disco triangular. El inasible
Instante en que la flecha del eleata,
Inmóvil en el aire, da en el blanco.
La flor entre las páginas de Bécquer.
El péndulo que el tiempo ha detenido.
El acero que Odín clavó en el árbol.
El texto de las no cortadas hojas.
El eco de los cascos de la carga
De Junín, que de algún eterno modo
No ha cesado y es parte de la trama.
La sombra de Sarmiento en las aceras.
La voz que oyó el pastor en la montaña.
La osamenta blanqueando en el desierto.
El otro lado del tapiz. Las cosas
Que nadie mira, salvo del Dios de Berkeley.


Otro poema para mi pequeña antología de cosas sobre las cosas, de cosas imaginarias, es este que se titula Cosas, de Jorge Luis Borges. Borges, ya lo saben ustedes, era un maestro de la enumeración caótica y cualquiera se convierte en visionario leyendo estas lineas donde las cosas son imágenes, son ideas, son arquetipos, son imaginaciones, son sueños, son cosas.
 



domingo, 8 de diciembre de 2013

Las cosas, de Jorge Luis Borges. Comentarios y navegaciones


Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,
Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada,
El rojo espejo occidental en que arde
Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido.




Las cosas
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.






Como se puede comprobar por los datos que aporto en mi entrada del 5 de diciembre, la primera versión del famoso soneto de Jorge Luis Borges Las cosas que aparece en esta página es la que nos dejó su autor; la segunda es la que se transmite por Internet a partir, muy probablemente, de la web A media voz



Haciendo clic en el enlace el lector puede ir allá y leer la semblanza de Graciela Henao Londoño, muerta en enero de este año de 2013, que fue creando durante los últimos de su vida esta antología.



A media voz es su antología, su obra. La antología de una lectora. A ella, como a todos los lectores, pertenece la poesía, y ella, como aficionada, como amante de la poesía, fue compilando sus poemas y sus poetas favoritos y publicándolos en la Red. No sabemos si tenía ayudantes o si hacía ella misma todo el trabajo. Quizás alguna vez alguna otra persona copiara alguna cosa. En todo caso, fuera suya o de otro copista, no es probable que la errata proceda de otra parte.: A media voz es el sitio de referencia; los otros lugares en los que aparece–blogs de carácter muy diverso-- contienen recopilaciones accidentales. Otros lectores que van haciendo sus propias antologías poéticas, como Apeiron, transcriben el soneto correctamente.



Graciela Henao no era lingüista ni profesora de literatura, pero no puede pensarse que si lo hubiera sido la errata no se habría producido. No tiene nada que ver. Hay aficionados cuidadosos y profesores de literatura descuidados. No es lo mismo escribir crítica literaria que ser editor de una antología en Red, y un lapsus linguae --un tropezón del sistema nervioso, un intercambio automático de términos fuera de la conciencia-- lo puede tener cualquier persona, según las diferentes circunstancias y condiciones que los producen en cada cual.



Lo fascinante de todo este enredo es que con la Red hemos inaugurado una época en la que un copista puede introducir modificaciones en el texto que está copiando, igual que en la Edad Media. La transmisión de los textos ahora es abrumadoramente más copiosa, pero igualmente azarosa cuando hay miles, millones de copistas que los manejan con cuidado o sin él, con cansancio, con problemas de vista, con memoria y con desmemoria, con lapsus, con minuciosidad, con prisa, con sueño, con creatividad inconsciente. Lo fascinante es que hay copistas que no siempre le dejan al ordenador el trabajo de copiar, sino que copian los textos palabra por palabra, y entonces sucede que la palabra “limas” quizás parezca poco poética, fuera de lugar y que, tal vez sin darse cuenta,, el copista la sustituya por láminas, que es mucho más sugerente, pero que rompe el ritmo del verso. 
O Tal vez el copista ha utilizado un sistema de digitalización y un programa de reconocimiento de caracteres. Método este que requiere, como muchos sabemos, de una paciente labor de corrección. En esta labor de corrección se pueden producir alteraciones del texto original si no se coteja continuamente con la copia digital y, en vez de eso, se infieren las palabras defectuosamente transcritas por el programa a partir de los caracteres legibles y del contexto.



Luego entran en escena los otros copistas, los copistas perezosos u ocasionales, que en realidad sólo seleccionan un texto y ordenan a la máquina, al ordenador, su copia instantánea. Así es fácil difundir un poema y también una errata.



La errata de Graciela Henao Londoño, si es que es suya, cosa que tampoco puedo probar taxativamente, es una errata hermosa, una errata imaginativa. La errata de un lector de poesía. Pero de un lector de poesía que se fija más en las palabras que en el ritmo del poema.



Esta errata es también, como el poema mismo, una cosa, pero una cosa que se parece a un ser vivo, pues se reproduce y se expande en el ecosistema cultural de Internet. Ahora que la Filología parecía estar definitivamente muerta (una ciencia del siglo XIX) Internet va a producir su resurrección. Aquí, en Internet, está la base de una filología del siglo XXI. 
 
La errata del poema de Borges es como una mutación que se hubiera producido en una determinada línea de descendencia de un organismo viviente.



Aunque existen hoy día medios para fijar los textos que la Edad Media no tenía, Internet es un medio en el que los textos tienen nuevas posibilidades de mutación y las mutaciones tienen posibilidades de expansión fantástica. Son las grandes magnitudes las que agigantan las probabilidades.



Internet ha sacado las obras literarias del control de los impresores y las ha puesto en manos de una legión de nuevos copistas. La expansión horizontal del texto mutado puede alcanzar tales dimensiones y la importancia de la reproducción no impresa puede agrandarse tanto que en el futuro la transmisión de las obras puede verse afectada por la propagación masiva de ciertas copias a través de diferentes estratos de Internet. Incluso podría suceder que las obras se multiplicaran en diferentes versiones, cada una de las cuales se extendería por estratos relativamente incomunicados, con lo cual la labor de la Filología en el futuro sería la de establecer el punto temporal y el ancestro común a partir del cual se separaron las especies que, andando el tiempo, llegarían a competir por el espacio virtual.



Todo esto es, desde luego, ciencia ficción.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Las cosas, pequeña antología. Borges 1

Borges 1: Las cosas, navegaciones

Después de publicar el primer componente de esta sección, un artículo literario o cosa parecida titulado “Las cosas”, vi que alguien había colgado en Facebook el soneto de Borges que tiene el mismo título. Y me dije: ah, qué bien, ya que voy a citar este soneto en la nueva sección de mi blog, podré tomarlo de aquí y no tendré necesidad de transcribirlo. Pero pasó el tiempo (y pasó más) y no lo hice: no copié el soneto con un sencillo comando, no escribí el texto que debía acompañarlo. Ya no recuerdo quién colgó el soneto en Facebook y buscarlo allí de nuevo sería una labor ardua, como diría el propio Borges. Así que decidí buscarlo en Internet y enseguida fui a parar a la página dedicada al escritor argentino en el sitio llamado “A media voz”, que es una antología poética muy conocida en la Red. Y de allí copié lo siguiente:

Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.



Pero este soneto tenía un problema, y .el problema estaba –está-- en el segundo verso del primer terceto. No me sé el poema de memoria –hacía mucho que no lo releía-- pero ese verso no encajaba. Todo el ritmo se va a la m. en ese verso. Nada más empezar.. Nada más empezar el verso, quiero decir. Vas leyendo, escuchando la música de las frases y cuando llegas al segundo verso del primer terceto es como si te dieran una bofetada. ¡Plaf!
Borges no pudo hacer esto, me dije. Borges no pudo dejar ahí ese tortazo para que lo reciba el lector en plena cara cada vez que transite por el segundo verso del primer terceto. Y me puse a buscar por las estanterías de casa mi ejemplar de la Obra poética completa de Jorge Luis Borges, que por cierto no es completa (lo fue en 1977) y que tampoco es una edición maravillosa ni una primera edición ni tiene nada reseñable ni nada especial salvo que es mi ejemplar de la Obra Poética (algo menos que completa) de Borges.


Y ahí estaba –está el soneto titulado Las Cosas.
 
El poema pertenece al libro Elogio de la sombra (1969) y dice así (finalmente tendré que transcribirlo; si no, este ejercicio no tendría gracia):

El bastón, las monedas, el llavero,
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,
Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada,
El rojo espejo occidental en que arde
Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido.


¿Verdad que el segundo verso del primer terceto no suena como antes? Porque no es el mismo.

Sin embargo, por todo Internet prolifera la otra versión. ¿Será que se multiplica mediante esa secuencia de acciones que en este instante estarán repitiendo millones de personas en todo el planeta, esa secuencia llamada “copiar y pegar” en la que ya el actor parece ser un mero accidente, un requisito para se cumpla una y otra vez la serie de comandos? ¿O será que mi edición de la Obra Poética de Borges contiene una errata?
Pues no, mi edición de Alianza Editorial no contiene una errata si la comparamos con esta página de la edición de las Obras Completas de Borges de Emecé Editores de 1974.




Y la versión que se publicó aquel día en Facebook ¿cuál sería? Ya nunca lo sabremos.




martes, 3 de diciembre de 2013

China

Zhong Kui llevando una espada, por
Fan Zeng. Obra conservada en el
MetropolitanMuseum of Art
, New York
Durante largos, largos siglos (los siglos fueron más largos en el pasado, los años más largos, las horas igual de cortas) el país de las maravillas no estuvo en los libros de Lewis Carrol, que aún no había nacido, sino en China. El libro de los viajes de Marco Polo, que viajó sobre todo por el Imperio de Kublai Khan, se tituló Libro de las Maravillas del Mundo, y algunas de las maravillas que llegaban de Oriente con cuentagotas eran la seda y la porcelana. Es famosa la historia de la impresionante armada del siglo XV, con sus grandes barcos que ninguna otra potencia podía soñar provistos de adelantos técnicos que Europa tardaría un siglo en descubrir. Con esta historia se han hecho extraordinarios documentales para la televisión, y por ellos sabemos que, después de extender su influencia y dejar un poderoso recuerdo en costas lejanas, los chinos se replegaron y no volvieron a enviar navegantes fuera hasta el siglo XIX.
Buscando China, y no sólo la India como siempre se dice, Europa alcanzó América (para desgracia de los americanos) y puso los pilares de su dominio del mundo. Por sus desequilibrios internos y por su encuentro con Europa, China entraría en un largo periodo de decadencia. Dejó de ser el país de las maravillas y se convirtió en un país al que se exportaba opio (antes de los carteles colombianos el Imperio británico ya se dedicó al negocio de las drogas a gran escala), y, más tarde, fue uno de los lugares a los que se enviaban donativos del Domund. Eso antes de que se instaurara la República Popular, por supuesto. En el siglo XXI no sabemos si el PSOE ha vuelto, como dice Rubalcaba, o si volverá alguna vez, pero China sí que ha regresado.
La flota comandada por Heng Zhe no alcanzó Europa en el siglo XV, como ha dicho Jack Goldstone, de la George Mason University, por la misma razón que EE.UU dejó de enviar expediciones a la luna: no había nada allí que pudiera interesarles. Pero Europa siguió buscando a China con denuedo. Así los mercaderes asiáticos pudieron inundar Europa con porcelanas que Europa tardaría mucho en saber copiar, con tejidos de seda que se cultivaba a gran escala para la exportación, más tarde con ropas hechas según la moda europea. Después del siglo XVI, Europa por fin podía dar algo a cambio de los tesoros chinos: la plata que viajaba en los galeones españoles. El mercado del lujo tenía hambre de la inigualable porcelana china y China tenia hambre de plata.
Cinco siglos después, los chinos se las han ingeniado para inundar los mercados occidentales con una producción sin competencia. Han ido recuperando el control de la tecnología más avanzada. Hoy todo se fabrica en China y China es la segunda potencia económica del mundo. Dicen que para 2016 será la primera. ¿Quién se atreve a llevarse mal con el régimen chino? Pero este mundo globalizado está lleno de factores incontrolables. Un sólo individuo, llamado José Elías Esteve, ha organizado una crisis diplomática con una querella que presentó en 2006 ante la Audiencia Nacional. Esteve acusó al expresidente Jiang Zemin, al exprimer ministro Li Peng y a otros dos ex de genocidio por su intervención en el Tibet. La querella ha prosperado y la Audiencia Nacional ha emitido una orden de detención que lleva los ilustres nombres de los ilustres acusados. La orden tiene fecha de 19 de noviembre de 2013.
China, según escribió Miguel González en su información para el diario El País, es “el país en el que España había puesto los ojos como un nuevo El Dorado asiático para las empresas españolas”. El Dorado o el País de las Maravillas, tanto da; el caso es que “el gigante asiático”, como reza el tópico, se ha enfadado bastante y ahora tiemblan las empresas españolas (por lo menos unas cuantas). Al ministro García-Margallo le han dado un disgusto fenomenal, pero es tarde para dárselo a Fagor Eletrodomésticos: su expedición china ya había terminado. Terminó tan mal que desapareció Fagor.

miércoles, 30 de octubre de 2013

En la muerte de Lou Reed

 
Se murió un 27 de octubre Lou Reed, ese tipo insoportable, peligroso para sí mismo (lo fue al menos por un tiempo) y molesto para los demás (lo fue al menos para los periodistas; para su mujer, Laurie Anderson, no lo era, o eso es lo que ella decía). Se fue (eso fue en 2013) el artista grande y el superviviente de sí mismo. ¿La causa de su muerte? Las barbaridades que hizo hace tiempo. A veces la factura llega con algún retraso.  "Soy un triunfo de la medicina, la física y la química modernas, dijo cuando creía que se estaba recuperando del trasplante de hígado que le hicieron en una clínica de Cleveland. Y fue un triunfo, efectivamente, que Lou Reed llegara a cumplir 71 tacos.

Supongo que si Lewis Allan Reed hubiera tenido un gran deseo de vivir hasta los 90 se habría pasado la vida cuidándose. Lo que está claro es que ese deseo no lo tenía cuando era joven.  En fin, cada uno vive como puede, como sabe, cómo dictan las leyes de la realidad y de la genética, y esta clase de muerto es de los que se acostumbraron tarde a vivir, cuando ya han quemado unos cuantos años en la pira funeraria de la vida. Él mismo dijo, no hace demasiado tiempo, que no sabía cómo estaba vivo. Eso era cuando le había cogido afición a la cosa y practicaba tai chi, pero los años quemados ya habían acortado la secuencia posible, el monto total de su existencia. 
Lou Reed no se murió de sobredosis allá por los 70, que es lo que todo el mundo esperaba. No tuvo una muerte violenta y extraña como su mentor y amigo Andy Warhol. Se murió de los efectos retardados de la mala vida, de entretejer la vida y el rock, la poesía y la vida en una experiencia unificada desde la consolidación del arquetipo del músico que toca en la parte oscura de la calle, donde están los perdedores y los marginados. Se murió de ese arquetipo, de encarnar  la figura del “poeta eléctrico” (Diego Manrique dixit) que camina por el lado salvaje, aunque con los años hubiera dejado el lado salvaje para seguir viviendo un poco (en el lado salvaje no se dura mucho, y el que sobrevive a los años furiosos luego se muda a otro sitio). 
Dicen que él y John Cale hicieron del rock un arte adulto con la Velvet Underground. Luego se pelearon y se reunieron de nuevo tras la muerte de Andy Warhol sólo para hacer un disco homenaje dedicado a este último, Songs for Drella.

Lo primero que pasó tras la muerte de Lou es que la Red se llenó de un oleaje de comentarios y reacciones, de venganzas y de elegías. Manuel Vilas dejó caer como bombas algunas de sus frases característicamente emocionales, hiperbólicas, encendidas por el tono de la exaltación y el duelo, mientras que José Luis Piquero aportó en su muro de Facebook algún dato sobre lo odioso que podía llegar a ser el viejo Lou. Lo hizo porque no soporta las hagiografías. “La obra no ha muerto. Sigo con Lou Reed. Con la música de Lou Reed. ha dicho Piquero. Y luego ha añadido: “Pero no me pidáis que me eche a llorar a gritos como si se hubiera muerto mi padre”.

Lou Reed murió cuando quedaban tan sólo cuatro días para la noche de Halloween y un poco más que eso para el Día de Todos los Santos (All Saint's Day en inglés, también All Hallows). Aunque su familia era judía y él no era nada, ya podemos ponerlo en la Santa Compaña de muertos universales. Podemos sacarlo a pasear la noche de difuntos con la cara de momia desagradable que se había fabricado a base de drogas y de rock and roll y de ser tan, tan borde y tan, tan genial como fue mientras estuvo vivo y estuvo construyendo su obra, dentro de la cual estaba el personaje que era él mismo. Podemos escuchar su música (y sus palabras; su música, dicen por ahí, tampoco era tan grande como para salvarse sola, pero están las palabras) y podemos escucharle todo el año, porque los muertos famosos, que antes dejaban cartas y retratos, ahora persisten en un mundo virtual lleno de su presencia. Seguiremos escuchandole y otros lo seguirán haciendo después de nosotros. Otros cantantes que venden muchos más discos y convocan mucho más público que Lou van a dejar espectros menos resistentes. Es así.

lunes, 28 de octubre de 2013

Un banquero llamado Botín, un ministro llamado Montoro: queda inaugurado el comienzo del final de la crisis.

Lentamente, mientras el pasado se cubre del polvo y de tiempo, el futuro se descubre. El nuestro quiero decir, el que tenemos a la vista pero poco, poco descubierto aún. Hay un pasado que se olvida y un pasado que se descubre también, de lo lejos que está, como ese cráneo de casi dos millones de años que ha aparecido en Georgia y que va a reescribir la historia (el pasado) de la especie humana. En cuanto al futuro próximo, el único que podemos ver (un poco), no tiene buena cara, ya que su cara es la de Emilio Botín celebrando que España está en un momento “fantástico”.
Ya nos lo había anunciado el ministro Montoro: estamos saliendo de la crisis. Está claro que una gran corriente de combustible aporta su energía a las esferas donde habitan Don Emilio y el ministro Montoro, mientras que abajo, en los diferentes círculos del purgatorio y del infierno (que es donde come la crisis) todo es más oscuro y más pobre que antes. Hay gente que viaja para descubrir el mundo, pero todos vivimos atados al nudo de la perspectiva del tiempo. Es el viaje que nos lleva. Descubriremos un nuevo mundo, ahora que se anuncia el final de la recesión y los pastores del dinero, esa fuerza monstruosa que viaja por mares y continentes en forma de cardúmenes, tiran despacito de las cuerdas que sujetan la tela, el telón, el velo. El futuro lejano es un panorama al que no llega la vista, pero el futuro inmediato es una instalación de Christo y Jeanne-Claude, que hacían arte con enormes telas y con lo que cubrían las telas.
Cubrir y descubrir es lo que hace el tiempo, y es el ejercicio básico de prestigitadores en el que trabajan los amos del futuro que son, básicamente los amos del dinero, del coltán, del petróleo y sus derivados, del silicio y de las semillas genéticamente modificadas. La tela que cubría el futuro ha estado hecha, en los últimos años, con las nieblas y los astrosos cortinajes de la recesión económica, pero ha llegado el momento en que una fuerza oculta (la del dinero, oculto para la mayoría) tire de las cuerdas y se vaya descubriendo una pequeña parte del animal fantástico y mecánico que estaba detrás, debajo. Las piezas se han reorganizado y la máquina tiene una apariencia algo diferente. Hay menos estorbos para que los recursos fluyan desde los pobres hacia los ricos, de la esfera pública a la privada, como debe ser, claro que sí, como ha sido siempre desde que se inventaron las clases sociales, que se inventaron para eso. El Gobierno de España también está tirando de los hilos, de las cuerdas, destapando lo que va a quedar después de la poda y el encogimento general. Se ha inaugurado oficialmente la salida de la crisis, pero cuando las autoridades cortan la cinta y abren el telón lo que aparece detrás no es muy distinto de la crisis misma. Esta perspectiva es la que no tiene Don Emilio Botín, que lo tiene casi todo.

(Se publicó en el Diario El Corre el martes 22 con el título "Descubrimiento")

miércoles, 16 de octubre de 2013

Escribir sonetos: Las estaciones

 El soneto que se escribe en versos alejandrinos es el soneto modernista por excelencia, una innovación de aquel otro fin de siglo que le dio unas cuantas vueltas a la métrica hispánica por medio de una buena dosis de parnasianismo, simbolismo y todas esas cosas. Yo siempre le he tenido mucha afición a este tipo de soneto. Si el soneto clásico en endecasílabos nos ofrece sus columnas verticales adornadas sólo por la luz, este otro tiene una música más larga y sus columnas se nos presentan caídas en medio de la maleza de un jardín en el que siempre crecen, por todas partes o en un rincón con cierto disimulo, las flores de la adormidera. 
 
Las estaciones
Bien pegado a los muros el jardín se despierta
y oye pasar el tiempo o el viento que lo toca.
Mano azul de los sueños, desesperada boca,
el cielo está cantando como una voz alerta.

El cielo está cantando como una voz despierta,
en el jardín pequeño, breve cuadro de vida.
Y si pasa el invierno, va cerrando la herida
por donde entraba el cielo como una voz despierta.


Por donde entraba el cielo como una voz herida,
entra la luz y enciende, breve cuadro de vida,
la esperanza enturbiada del torpe jardinero.

Entra el cielo y restaña lo que gastó en enero,
marzo y abril devuelven lo que arrasó febrero.
Giran las estaciones en tierra protegida.

lunes, 16 de septiembre de 2013

London 1963 (Remembering Sylvia Plath)

London, the winter of 1963
The Big Freeze.
With the grey and white and blue polar wind.
The River Thames is frozen.
Surely these memories cannot be mine.

The red brick houses with white joinery,
the grey and white and blue parks,
the snow on the paths.
Surely these memories are not my own.
They can't belong to 1963 and be mine

Maybe I saw the snow at Charing Cross where Edward the First had erected a cross in remembrance of Eleanor of Castille (as it is stated in Wikipedia)
Maybe I saw the dead leaves under the trees in Holland Park
when the first snow flakes of a lost year
were falling
Nevertheless it is impossible for me to remember
the snow of 1963,
nor can I recall Sylvia Plath coming out from Fitzroy Road 23,
nor the terrible cold of that winter.

I can't recall the light upon the snow, the white glare which did not keep off the cold
I can't recall  Brenda Lee singing a silly Christmas song,
nor the hand of cold pushing through space without notice.

I saw the snow. I couln't know the whiteness I was seeing was snow.
It was useless for me to see it or not to see it,
and the snow at Primrose Hill
where Sylvia Plath lived
so lonely with her children
was useless for her too.

It wasn't beauty, it brought no traveller back across the moors.
She was alone with her children, alone with those poems that the publishers didn't want.
It was December, after Christmas, when the Siberian wind arrived.
The pipes froze. The cold wouldn't go.
Go away, said all the children of London.
But the cold wouldn't. It wept and snarled,
it scratched the door and came in through the cracks of the world.
If only it hadn't been so cold that winter...

Sometimes there was no milk to buy in the shops,
sometimes the electricity went down and the heat would diez slowly
The Bell Jar was published on January 14th.
Snow got two feet high in Chelsea.
People survived the endless nights drinking whisky and playing cards,
they survived inside the frozen light, putting on and taking off their gloves so todo be able to write shorthand,
building igloos on the back garden if they were children,
bringing the groceries to their neighbours if they were good neighbours
who could reach the Grocer's

But the blue wind still called for the forlorn and the captives.
And despite some friends, and perhaps because she was living in the house where Yeats had dwelled for a short time
Sylvia Plath found out that
ghosts or children
are of no help in the season of stillness

when the world crumbles down and darkness beats like a cold heart in the centre of the night,
in the centre of the snow, which is blindness.

Autumn had been a riot of words.
It was the turn of deepness.

And then, one 11th of February, the world stood still, stood still in the grey and white air that had awakened.
The children found bread and milk on their breakfast tray.
Bread and milk for the teeth of winter.
And here are all these recollections which cannot be mine,
so clear, so precise, so pure in the winter wind.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Nick Drake: Creo que me están dejando atrás

NICK DRAKE  I think they're leaving me behind

The tramp moves on to the end of the street
I listen to the echo of his hobnail feet
For some, there's a future to find
But I think they're leaving me behind.

The world hurries on at its breakneck pace
People fly in their lifelong race
For them, there's a future to find
But I think they're leaving me behind.

The chances they come, but the chances have been lost
Success can be gained, but it’s too great a cost
For some, there's a future to find
But I think they're leaving me behind.

The wind sweeps up and goes back to its tree
The rain flows by and moves to the sea
For them, there's a future to find
But I think they're leaving me behind.



Traducción al español (no literal)

El vagabundo avanza hacia el final de la calle;
escucho el eco de sus botas de clavos.
Para algunos hay un futuro que encontrar
pero creo que me están dejando atrás.

El mundo se apresura a paso de vértigo,
la gente vuela en una carrera que dura toda la vida.
Para ellos hay un futuro que encontrar
pero creo que me están dejando atrás.

Las oportunidades existen, pero todas se han perdido,
el éxito tiene un precio demasiado alto.
Para algunos hay un futuro que encontrar
pero creo que me están dejando atrás

Pasa una ráfaga de viento y vuelve a su árbol,
la lluvia fluye y pasa hacia el mar,
Para ellos hay un futuro que encontrar
pero creo que me están dejando atrás

sábado, 14 de septiembre de 2013

Favourite Songs: Nick Drake They're leaving me behind


Londres 1963 (Recordando a Sylvia Plath)

Londres, invierno de 1963.
La gran nevada.
El viento polar es gris y blanco y azul.
El río Támesis se ha congelado.
Es imposible que estos recuerdos sean míos.

Las fachadas de ladrillo rojo con carpintería blanca, los parques
grises y blancos y azules, la nieve en las aceras.
No es posible que estos recuerdos pertenezcan al año de 1963 o que sean míos.

Pude ver la nieve en Charing Cross
donde Eduardo I hizo erigir una cruz en recuerdo de Leonor de Castilla.
Pude ver la hojarasca bajo los árboles de Holland Park
cuando caían los primeros copos
de algún año perdido.

Es imposible, sin embargo, que recuerde la nieve del 63.
Ni a Sylvia Plath que vivía en el número 23 de Fitzroy Road
ni el terrible frío de aquel invierno
ni la luz en la nieve, el resplandor
que no ahuyentaba el frío,
ni a Brenda Lee cantando una estúpida canción navideña.

Si vi la nieve no sabía que era la nieve aquella blancura.
Y a Sylvia Plath no le sirvió de mucho
la nieve en Primrose Hill donde vivía
tan sola.

Sola con sus hijos, sola con sus poemas
que los editores no querían.

En diciembre, después de Navidad, llegó el viento siberiano.
Las cañerías se helaban. El frío no se iba.
Vete, decían los niños de Londres.
Pero el frío gemía y lloraba y rascaba la puerta
y entraba por todas las rendijas del mundo.

Si no hubiera hecho tanto frío aquel invierno...

A veces no se podía encontrar leche en las tiendas.
A veces no había luz y la calefacción se iba enfriando.
El 14 de enero se publicó La campana de cristal.
En Chelsea la nieve alcanzó dos pies de altura.

La gente sobrevivía en la noche interminable, en el corazón de la sombra,
bebiendo whisky y jugando a las cartas.
O dentro de la luz:
estudiantes de taquigrafía en aulas heladas, quitándose y poniéndose los guantes;
vecinos que traían la compra a los vecinos que no podían salir,
niños que construían iglús en el jardín de casa .

Pero el viento con su voz azul llamaba a los rezagados y a los tristes.
Y a pesar de algunos amigos, y acaso por vivir en la casa donde había vivido Yeats un breve tiempo,
Sylvia Plath descubrió que los fantasmas y los niños
no ayudan en la estación de la quietud,
cuando el mundo se despeña y la oscuridad palpita como un frío corazón en el centro de la noche
o en el centro de la nieve, que es ceguera.
El otoño había sido un furor de palabras.
Era, por tanto, el turno de la hondura.

Entonces, un 11 de febrero, el mundo se detuvo, se detuvo el aire gris y blanco
que había amanecido.
En la bandeja del desayuno los niños encontraron pan y leche.
Y aquí están todos estos recuerdos que no pueden ser míos,
exactos, claros, puros en el viento invernal.

(Del Libro Tierra Sumergida)

lunes, 9 de septiembre de 2013

Es la hora (Septiembre)

Septiembre ha echado a andar y las mañanas tienen una agitación viva e inquietante, maravillosa y angustiosa. Las tardes, por su parte, están algo  desorientadas. Una voz, una señal ha dicho “es la hora”. No lo ha dicho para todos a la vez. Lo está diciendo aún. Es la hora del gran regreso, una de las puertas del año. El simbolismo de las puertas del tiempo me parece imprescindible desde que leí a Mircea Eliade. Me parece muy conveniente que crucemos una y otra vez las mismas puertas, que se llaman verano, septiembre, otoño, Navidad o Año nuevo. Son un paisaje cultural que se repite sobre los ciclos naturales para que el mundo sea un poco menos impredecible y podamos compartirlo. Septiembre ha llegado y estamos cruzando una de estas puertas, que no es precisamente una puerta de la victoria, y enfrentando de nuevo el panorama que se agita y se enturbia en la extraña corriente de la historia de nuestro siglo XXI.
La necesidad de compartir y de pisar territorio común, de tener metas comunes y objetivos éticos forma parte de la naturaleza humana, pero hay gente que sólo se fija en esa parte de la naturaleza humana formada por instintos de agresividad y de oposición, de competición y de acaparamiento, cosas que se han cocinado en estados de escasez y de emergencia y que son la gran coartada de un sistema socioeconómico que los cultiva y los exprime. Que las personas somos malas y buenas, egoistas y altruistas, agresivas y pacíficas, racionales e irracionales, todo junto o a ratos, según individuos o fases o culturas, es algo tan evidente después del tiempo que llevamos observándonos que, si en conjunto fuéramos más inteligentes que idiotas, procuraríamos alimentar y utilizar aquello que en lugar de llevarnos a la destrucción nos puede evitar algunos de los infiernos que somos capaces de crear nosotros mismos.
Algo así es lo que dice Chistian Felberg, portavoz en Austria de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y la Ayuda al Ciudadano) y defensor de la “economía del bien común”. Esta gente de la ATTAC dice cosas muy interesantes y es una buena idea escucharles mientras cruzamos la puerta que nos lleva al próximo otoño caliente, a la flexibilidad laboral del embudo (la parte ancha es siempre para quien tiene el poder) y otras miserables tendencias. Susan George, presidenta de honor de ATTAC, decía hace poco que, entre las crisis que estamos viviendo, la de la democracia no es la menos importante. En fin, la democracia nunca ha sido perfecta, pero que vaya a menos en lugar de ir a más es desalentador. Felberg afirma que necesitamos una democracia distinta y, sobre todo, democracia económica. La suya es una voz de aliento. Otras voces dicen que estas cosas no son posibles, y es porque no quieren que lo sean.


(Publicado en el Diaro El Correo el 3-09-2013)

viernes, 6 de septiembre de 2013

Las cosas

Las cosas nos rodean como un segundo mundo natural y como una segunda naturaleza humana. Las cosas proceden del mundo natural y, en última instancia, son parte de él, puesto que todo procede del mundo natural, también lo que distinguimos con el nombre de “artificial” porque sabemos que es obra nuestra, aunque no consideremos que son artificiales los termiteros ni los nidos ni las complejas habitaciones de la mangosta africana, que sabemos que son obra suya. Las cosas pertenecen a ese segundo sistema dentro del cual vivimos, que se incrusta en los sistemas naturales y sobrevive cuando funciona como parte de los mismos, mientras que, si va a la contra, se convierte en una poderosa infección que acaba destruyendo al huésped junto con el anfitrión. Lo que llamamos civilización consiste sobre todo en la multiplicación de las cosas y lo que llamamos globalización es en parte la gran danza de las cosas a través de los continentes, su hibridación y fecundación, a veces su distorsión y su ruina. Vivimos rodeados de cosas y dentro de las cosas. Grandes cosas dentro de las cuales habitamos y pequeñas cosas que nos acompañan. Las cosas son el material, la forma, la función y el tiempo. Vivimos rodeados de cosas de otros mundos que estuvieron aquí, cosas a veces muy antiguas, a veces remotas, con frecuencia no tanto. Hay cosas jóvenes, muchas cosas recientes salidas del más poderoso sistema de producción de cosas que ha conocido la humanidad, pero como el tiempo social e histórico se ha acelerado tanto, estas cosas jóvenes en seguida se vuelven viejas. Hay cosas que han viajado por el tiempo de nuestra vida y cosas que han viajado por nuestro tiempo pero vienen de distancias mucho mayores y nos traen mensajes de otra humanidad. No es cierto que las cosas no tengan alma: las cosas son el alma. En los objetos que produce cada civilización se ve el alma humana, en general un alma colectiva. Más recientemente algunas cosas nos han permtitido ver también el alma individual, que es un invento relativamente nuevo.




miércoles, 4 de septiembre de 2013

Footage. English version of the poem Travelling, from the book Tiempo

Footage

After a quick tracking shot along the dark corridor
there's a panning shot of the room.
A jazz tune assails the quietness
and the lamp sheds a yellow print
on the cloths and papers scattered over the floor.
Your thoughts suddenly make a retrospective start,
then they return to the untidy place
–there's always a return–
and they retry their worthless struggle
bending their backs as waves would do.


There's no one in this room
except the invisible hero,
absurd and stubborn, for not in vain
wev'e already made use of a simile that approaches
the magnificent tedium of the sea on the shores.
The furniture is scant and the cold winter wind
pulls its dirty fingers through the inky gap
of the inky-black window.

Unsteady steps sound in the stairs
with the coughs of a drunkard. And your thoughts bend
their piercing stem of wishes
towards the past
trying to put in order the remainders of life,
the chaotic, indigestible waste
of the world elapsed.


There's no one in this room.
If only...
And the camera shuts it's eyelid of shadows.




Una artista, dos proyectos en uno: Esperanza D'Ors y las sirenas que provocaron a Ulises.

  Esperanza D'Ors tiene entre manos un proyecto que es dos proyectos: por un lado, el conjunto de esculturas que forman la parte princip...