miércoles, 19 de diciembre de 2012

Pepe Grillo

Mario Monti anunció su dimisión un sábado por la noche y el lunes subió la prima de riesgo italiana... y la española. El temor no lo causa tanto la salida de Monti como el regreso de Berlusconi, esa desgracia del continente europeo cuya silueta nos amenaza desde el horizonte de la crisis. Berlusconi es como el payaso maligno de los dibujos animados que ven nuestros hijos: da más miedo que no si no fuera grotesco. ¿Tiene alguna posibilidad de volver? Esperemos que no. Pero ¿cómo hacer predicciones si todo es tan complicado, si todo ha sido complicado adrede para que se estanque? El sistema económico es complicado y bastante feo. El sistema político, tanto en Italia como en España, no sólo es complicado sino que además padece múltiples infecciones, pequeñas o grandes, residuales o básicas. Ya ha dicho Beppe Grillo, el Pepito Grillo de la sociedad italiana, que los políticos corrompen a La Mafia. Por otra parte, o por la misma, ¿que podemos esperar de la Unión Europea, paralizada entre la fuerza gravitatoria que impide su completa desunión y las fuerzas que empujan a su disolución? Como la realidad es tan graciosa, esta Unión Europea desunida e ineficiente ha recibido el Premio Nóbel de la Paz, aunque los valores que debería defender se le van cayendo por el camino del desconcertante siglo XXI. Otra señal de que Beppe Grillo, el bufón que dice la verdad, el cómico que se presenta a las elecciones, tiene un papel que jugar en nuestro tiempo.

Si Beppe Grillo fuera un demagogo, un sinvergüenza, otro sinvergüenza, un inconsecuente o un tipo contradictorio (que lo será, esto último, todos somos contradictorios) nada de eso impediría que fuera también el malhumor convulso de todas las personas defraudadas, estafadas, vapuleadas que le escuchan. Sean cuales sean sus motivos y sus motivaciones, Beppe Grillo representa la figura de un ciudadano cabreado que sabe decir exactamente lo que todos los ciudadanos cabreados piensan, lo que nadie dice en público, lo que todo el mundo dice en privado, lo que no se debe decir. Dicen que en 1986 Beppe Grillo contó un chiste en la RAI: Bettino Craxi (entonces presidente de Italia) vuelve de un viaje a China y asiste a un banquete. Uno de sus ministros le pregunta: "Bettino, ¿es verdad que hay mil millones de chinos, y son todos socialistas?". "Sí", responde Craxi. "Pero si son todos socialistas", sigue el ministro, "¿a quién roban?". Grillo no volvió a aparecer en un programa de la televisión pública italiana. Pero después apareció Internet. Pero ahora el blog de Beppo Grillo existe en varios idiomas, acaba de aparecer su versión en español.

Beppe Grillo es la voz acusatoria que dispara contra el poder. Sus mítines son espectáculos y son catarsis. Pero además de sus dotes histriónicas tiene un programa de gobierno, una lista de medidas concretas sobre la gestión de los residuos, la transparencia institucional o la economía, es decir, políticas reales en este y en aquel terreno que le dan la vuelta a la política tal y como viene ejerciéndose en Italia y que, de forma despectiva, han sido metidas (junto con el grillo) en el saco de “la antipolítica”. No causa mala impresión esta antipolítica. Habrá que ver. La historia ha consagrado muchos términos que empezaron siendo despectivos, como “Modernismo” o “Big-Bang”.

La prima de riesgo y el crecimiento de la deuda, esas cosas que de pronto aplastan a la gente corriente, tienen que ver con nuestro lugar en el mundo: nuestra posición en el mapa autonómico español, en la Unión Europea, en el norte o en el sur de Europa. Cuando los hombres de negro, aves de mal agüero, es decir la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) recomendaban a Grecia medidas como abaratar el despido, “flexibilizar” los horarios laborales y aplicar recortes brutales del presupuesto público, ya sabíamos (o debíamos saber) lo que nos esperaba. Pero si nuestra suerte está ligada a la de otros países mediterráneos (pese a lo cual no hacemos causa común ni nada que se le parezca) parece estar conectada sobre todo al mal fario de Italia, esa otra península de la que nos separan unas cuantas millas marinas y unas cuantas cosas, pero con la que tenemos demasiado en común. Podríamos pensar que Italia nos lleva gran ventaja en el desarrollo del clientelismo como mediador de las relaciones socio-económicas (y también en el mantenimiento de ciertos cuerpos sociales paralelos que se parecen a la Iglesia Católica en que adaptan a los tiempos modernos una cosmovisión ancestral). Ahora bien, entre la figura de Díaz Ferrán sentado en el restaurante El Tártaro recibiendo a parientes y amigos para propinarles unos sablazos de alta precisión y la figura del jefe mafioso que recibe el homenaje y los tributos de sus vasallos hay una diferencia muy pequeña. Entre el cabreo de los ciudadanos que van a votar a Beppe Grillo en las próximas elecciones y el de los que podrían votar a algún Pepito Grillo de Hispania que ofreciera a sus votantes la “antipolítica”, sólo hay un poco de vacío cósmico. Nada.

La diferencia es que Hispania no ha producido aún su Pepe Grillo. No se ha materializado la disconformidad radical. Rosa Díez no es Pepe Grillo, por una serie de razones que todos sabemos aunque no las digamos. ¿Se producirá la encarnación de Pepe Grillo en la Hispania romana? ¿Cuáles serán sus propuestas? ¿Será peor el remedio que la enfermedad, será una regeneración o una enfermedad nueva? ¿Será? Lo cierto es que estos fenómenos paranormales siempre dan miedo, porque nunca se sabe dónde puede encarnarse la frustración y la desesperanza. En Alemania, allá por 1933, se encarnó en un tal Adolfo Hitler.


sábado, 15 de diciembre de 2012

Willy Uribe y el caso David Reboredo


Siempre ha estado ahí, en ese tejido de nombres que forman la actividad cultural viva, la cosa esa de la creación que, en la visión utópica de William Morris, un futuro como Dios manda debería incorporar a la actividad laboral corriente. Siempre ha estado ahí Willy Uribe, en el horizonte de mi generación, que es la suya, haciendo surf y haciendo fotos, haciendo fotos de surf, escribiendo novelas. Es un escritor un poco salvaje que se ha ido haciendo con la vida y hace su obra con los materiales de la vida, que escribe bien y escribe sobre las cosas de la vida que conoce. Un tipo mucho más apasionado que intelectual, más impulsivo que reflexivo. Aunque piensa lo suyo, sus proyectos creativos tienen su parte de elaboración y la huella explosiva del combustible emocional que permite comprender y expresar de forma intuitiva la experiencia. La experiencia estética y la otra, que son un todo. Esto es lo que llamamos arte, aunque no sea el mismo en el que se ha gastado el dinero que los poderes públicos han invertido tan generosamente (y con diversa fortuna) en arte y arquitectura y figuraciones varias durante las últimas décadas. En este mes de diciembre de 2012 Willy Uribe está en huelga de hambre contra la injusticia. Es una decisión, la suya, en la que se adivinan las costuras emocionales de la vida que le lleva con sus ingredientes en ebullición: la desesperada necesidad de hacer algo aunque se pueda hacer poco. La necesidad de seguir y no darse por vencido. Sin esperanza, con convencimiento, que dijo el poeta. Con un convencimiento que nace del corazón. Con una desesperanza poderosa.
Apoyo a Willy Uribe porque si consigue reunir un número de firmas suficiente el gobierno no podrá decir que le resulta imposible ceder al chantaje de un ciudadano que hace huelga de hambre por David Reboredo o por cualquier otra causa. La huelga de hambre de Willy Uribe con las firmas de muchos ya es una petición en toda regla hecha por iniciativa popular. Lo hago por Daniel Reboredo, por la justicia, y por Willy Uribe; para ver si podemos evitarle al gobierno de España el mal trago de encontrarse con un nuevo peso sobre su conciencia, si es que los gobiernos tienen de eso.

COMUNICADO DEL ESCRITOR
WILLY URIBE, EN HUELGA DE HAMBRE
Ante la injusta política de aplicación de indultos penales ejercida tanto por el actual Gobierno de España como por los anteriores gobiernos, y en respuesta al caso de D. David Reboredo, me declaro en huelga de hambre indefinida con el objetivo de ver materializadas estas tres reclamaciones:
1ª Que el actual Gobierno de España conceda el indulto a D. David Reboredo, un ciudadano gallego encarcelado por posesión de droga tras llevar ya tres años rehabilitado y trabajando en labores de ayuda social. Para que abandone la prisión y continúe con su positiva reinserción en la sociedad.
2ª Que el actual Gobierno de España, presidido por D. Mariano Rajoy, explique a los ciudadanos españoles los motivos de los dos indultos concedidos a cuatro policías autonómicos catalanes, condenados en firme por torturas.
3ª Que el anterior Gobierno de España, presidido por D. José Luis Rodríguez Zapatero, explique a los ciudadanos españoles los motivos del indulto concedido al banquero D. Alfredo Sáenz, condenado a tres meses de arresto e inhabilitación por un delito de acusación y denuncia falsas.
Permaneceré en huelga de hambre en la ciudad de Barcelona hasta lograr los objetivos expuestos. 

martes, 11 de diciembre de 2012

Bancos

Los bancos son nuestra pesadilla, aunque no todos sean iguales. Los hay que se están comiendo el dinero de la educación, de la ciencia, de la sanidad pública, de las ayudas sociales, y los hay que no han necesitado que los rescate nadie. Los hay que vacían pisos echando a la gente por la puerta o empujándola a salir por la ventana, y los hay que presumen de no haber hecho tal cosa (eso dicen los portavoces de Caja Laboral). A medida que se inyecta dinero en Bankia y en otros ejemplos de buena gestión financiera, la deuda pública española crece y la economía se deprime. Los bancos son nuestra pesadilla, siempre lo fueron, y ahora salen a la luz historias para no dormir de gente a la que el banco dejó sin casa y sin vida por una deuda de seis euros. Sin embargo, actualmente hay bancos malos y menos malos y otras clases de bancos en los que no solemos pensar cuando oímos la palabra. Se llaman bancos malos los que están cargados de “activos tóxicos”, puro veneno que alguien fue destilando gota a gota. Menos conocidos son los bancos de tiempo y los bancos solidarios. Estos últimos regulan sus inversiones y su conducta mediante un código ético. La ética, sin embargo, es algo que la mayoría del mundo de las finanzas quiere seguir dejando fuera de juego. El sistema financiero en general, las agencias de calificación (juez y parte de la cosa), todos esos entes misteriosos que antes no veíamos y que ahora descargan su peso colosal sobre el mundo, son pesadillescos. Fijense que los bancos alemanes antes nos importaban bien poco y ahora vemos que también tienen su parte y su papel en nuestras desgracias. Ay, los bancos alemanes y sus agujeros y sus hedge funds y sus peligrosos juegos en el gran casino global... Pero a ellos les va bien porque reciben todo el dinero que huye de los países del sur.Ahora andan por Internet unas citas de Thomas Jefferson, apócrifas unas, otras no, que, de modo exacto o inexacto reflejan su fundada suspicacia hacia la banca y, sobre todo, el sentimiento y el resentimiento de quienes las difunden. Jefferson veía ya en su tiempo el naciente sistema de libertades y derechos amenazado por los peligrosos juegos de la corrupción y el dinero y por la posibilidad de una deuda sin límites. Qué diría hoy. En fin, los bancos comen mucho, pero también hay un banco que da de comer: es el banco de alimentos, una entidad multiplicada en diferentes territorios y organizada como una red dentro de la Federación de Bancos de Alimentos. «Desde que comenzó la crisis hemos pasado de atender 17.000 personas a 28.000», ha declaradoNicolás Palacios, presidente de la asociación en Bizkaia. Los últimos días de noviembre y los primeros días de diciembre, sus voluntarios han estado muy activos. Se repartieron por las calles y los supermercados y comprobaron que la solidaridad es una fuerza prodigiosa. En Bizkaia, por ejemplo, tenían como meta reunir 100 toneladas de alimentos; han conseguido 240. Es la gente, pues, la que da de comer a la gente, la que se organiza para redistibuir los recursos, y son los pobres con sueldo, básicamente, los que compran comida para los pobres a los que ya no les queda casi nada. En el gran casino global, muy al contrario, se hacen apuestas con el miedo y el hambre. Para quienes hacen las apuestas, el hambre y el miedo son abstracciones, fabulosas energías de SU prosperidad.

martes, 27 de noviembre de 2012

Desahucios

  (Versión extensa del artículo publicado el día 20 de noviembre en el Diario El Correo)
No es lo mismo desahuciar a un inquilino que desahuciar a un enfermo. No es lo mismo la crueldad de la naturaleza que la crueldad de los hombres, aunque tire la piedra y esconda la mano. La crueldad lanza piedras contra tejados y cristales, contra las puertas de las casas, contra las casas. Es frágil la seguridad de los muros. El desahucio también se llama en jerga judicial “lanzamiento”. Una expresión muy gráfica. En sus viñetas todo el contenido de la vivienda sale lanzado por la puerta, incluyendo al perro, al gato y al abuelo, al niño y a la madre del niño, el portal de Belén completo. Ahora se producen multitud de “lanzamientos” por toda Europa, pero ningún caso es más grave que el de España, por una mezcla de factores entre los que se encuentra, según han dicho los jueces, que no yo, una ley obsoleta y especialmente dura. Los 47 jueces decanos españoles se reunieron en Barcelona y debatieron cuestiones que afectan directamente al sistema judicial o directamente a la justicia. “Quisimos tratar (...) los problemas derivados de la crisis, y no quedarnos solo en el análisis de nuestros problemas internos”, dijo uno de ellos. Yo no voy a decir nada sobre la ley actual, porque no sé nada de leyes. No voy a decir que la cambien por aquí y por allá, que le hagan remiendos y enmiendas, pero sí me gustaría que la cambiaran por otra. Me la cambian ustedes, señores legisladores, por otra que sea un poquito menos cruel y que esté funcionando perfectamente en otra parte, ya probada y en rodaje, bien experimentada y pulida en un país democrático de sólido prestigio. Me buscan otra mejor, un poco más justa, y la ponen en lugar de esta y seguro que nos quejaremos un poco menos.
Los jueces están dando mucha guerra últimamente. Se quejan mucho los jueces. Se quejan de los recortes y de las tasas, se quejan de las sentencias que tienen que ejecutar para poner a la gente de patitas en la calle. No han dicho que los bancos estén actuando de forma ilegal, sino al revés, que éstos pueden estrangular a sus acreedores de forma completamente legal. Por eso piden un cambio de la ley (los jueces, que no yo; yo lo que pediría es que me la cambiaran por otra). 
Juliane Kokott, abogada general del tribunal europeo, ha manifestado que debería ser el juez quien controle si en las hipotecas se incluyen condiciones abusivas. Esto no lo permite la ley española. En cuanto a los bancos, no parecen estar por la labor de cambiar nada. Les gusta el decreto-ley del Gobierno: medidas excepcionales para tiempos excepcionales. Están dispuestos a ser magnánimos (eso dicen), pero las plataformas de afectados por las hipotecas quieren otra cosa. Las medidas del gobierno, pensadas para proteger a los pobres, no protegen de caer en la pobreza irreversible por la vía de la deuda hipotecaria.
El señor Santos González, presidente de la Asociación Hipotecaria Española, ha coincidido con el señor Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de Banca, en que “cualquier medida restrictiva en torno (...) a las garantías de los créditos”, como ha dicho el primero, debilitaría el crédito y lo encarecería. Tal vez debería ser más caro, el crédito. No es normal que la hipoteca haga las funciones del alquiler, que es lo que ha pasado en España. Algo habría que hacer con el mercado del alquiler en España y con las deudas imborrables. Fijémonos en el país de Angela Merkel. En Alemania, más de la mitad de las familias tienen su vivienda en alquiler, no en propiedad. Desde luego hay que considerar la seguridad jurídica y los compromisos adquiridos con Europa a la hora de introducir reformas legales. Para que nuestros socios europeos no se inquieten, digo yo, podríamos copiar la ley alemana. ¿A quién puede parecerle mal? ¿Quién le pondría objeciones a la ley alemana? Claro que tendríamos que copiar también su marco de protección social, que complementa el marco jurídico. En España, si te comen las deudas lo más probable es que sólo dejen tus huesos, especialmente si le debes dinero al banco. En Alemania te declaras insolvente y tu trato con los tribunales durará años, unos seis años al cabo de los cuales el juez comprobará si has hecho todo lo posible por satisfacer a tus acreedores. Probablemente lo perderás todo por ese camino, pero cuando llegues al final habrás perdido también la deuda. Si lo pierdes todo, recibirás del Estado un subsidio que incluye el alquiler de una vivienda. El artículo 47 de la Constitución Española se cumple en Alemania. Básicamente para los alemanes, claro, aunque también para un español es más fácil que se cumpla si vive en Alemania que si vive en España. Lo sé por experiencia (ajena).
Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

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Desahucios en

jueves, 15 de noviembre de 2012

Ventanas (suicidios e hipoteca)



La ventana no es la salida habitual, pero tampoco es tan infrecuente como tendemos a pensar cuando el mundo está tranquilo, bastante tranquilo, casi tranquilo (más o menos tranquilo) a nuestro alrededor. Ahora recordamos mucho las ventanas de Wall Street durante la crisis del 29. Las recordamos como si las hubiéramos visto, como si hubierámos estado allí, y nos damos cuenta de que todas las ventanas que dan al aire (las que no pertenecen a un primer piso, ni a un segundo siquiera) son puertas por las que marcharse sin decir adiós. Es una forma de irse que la gente elige por diversas razones. A veces dejan sus zapatillas en el alfeizar, cuidadosamente colocadas como si indicaran algo, y a veces dejan una silla que sirvió como escalón. El caso es no estar allí cuando llega la cuidadora de la residencia, el familiar que abre la puerta para que pase el nuevo día o la “comitiva judicial”, que es según parece el nombre de ese grupo de personas que entra en tu casa para echarte a la puta calle. El caso es no estar nunca más.
Hubo un tiempo, o diversos tiempos, en diferentes países europeos y americanos, en que se pagaba un impuesto por las ventanas. Así que las casas de los pobres no las tenían. Las de los campesinos, por ejemplo. El proletariado urbano, en los peores años del capitalismo incipiente (que quién sabe si habrán sido los peores tiempos del capitalismo) se hacinaba en habitaciones sin ventanas, pues no las había para todos después de repartir el exiguo espacio interior. Era imposible escapar por la ventana, y por eso la gente solía darse una vuelta hasta el río más cercano, ya fuera el Támesis, el Sena o el Nervión-Ibaizabal. El siglo XX, con el desarrollo de las edificaciones en altura y la multiplicación de las ventanas, ha supuesto un nuevo capítulo en la historia del suicidio.
La ventana de Amaia Egaña daba a un paisaje, interior y exterior, de clase media, y en la urbanización de clase media en la que vivía su muerte cayó como una bomba dispersando la indignación y el miedo y el sobresalto hacia otros barrios donde la gente es aún más vulnerable, y siguió extendiéndose como un sonido que avisa de que nadie está a salvo, salvo ese 2% de la población que posee la mitad de la riqueza del mundo y algunos otros que también están demasiado arriba para caer (sus ventanas son grandes y herméticas y dan a un gran paisaje, a un plano general).
 Ante la sirena que se propaga en círculos concéntricos, quienes crearon el problema son los mismo que ahora retroceden, con prudencia o susto, y tratan de buscar soluciones. Los bancos, por ejemplo, que daban créditos a las constructoras para que hicieran pisos y a los trabajadores de la construcción para que los compraran. Los partidos políticos mayoritarios, que durante todos sus años de gobierno y desgobierno han fomentado la vivienda como elemento económico y especulativo, como señuelo y cebo, como inversión y deuda y trampa. ¡Todas las ventanas que han contribuido a crear, y que ahora pueden servir para que la gente se tire por ellas!
  
(Publicado en el Diario El Correo el martes 13 de noviembre de 2012)

sábado, 3 de noviembre de 2012

La pobreza

Las pateras salen de Africa cargadas de mercancía, pero la mercancía que traen empieza a sobrar en Europa. Estamos oyendo el lento avance del hambre. De Grecia nos empezaron a llegar historias sobre ese viejo monstruo, el viejo monstruo que aparece una y otra vez en las leyendas populares donde la gente no sólo ponía el mundo fantástico de los espíritus, sino el mundo atroz de las malas cosechas. María José Tomé, periodista del diario en el que colaboro habitualmente, ha visitado las consultas de los pediatras aquí mismo, aquí cerca, y escuchado el mismo rumor: “Había una vez un matrimonio muy pobre que no podía alimentar a sus hijos”. Esta es una de las fórmulas con que empezaban los cuentos tradicionales. Le dicen los pediatras a María José Tomé que muchos padres no pueden comprar carne ni pescado para sus hijos. La dieta de una parte de la población está variando, se está adaptando a la pobreza. Dicen los médicos que lo que ellos detectan es seguramente la punta del iceberg. En la sombra y el frío de la parte oculta del iceberg están los callejones sin salida, las calefacciones apagadas, las oficinas bancarias donde encuentran un lugar donde dormir los que se han quedado en la calle, la gente que no tiene ya ganas de vivir porque la vida se ha vuelto fea y triste y angustiosa como una habitación pequeña con vistas a un patio interior. Las pateras están saliendo de África otra vez y el mar se cobra su peaje de muertos, pero lo que África nos ofrece, sus manos, su gente sin trabajo, es lo que al parecer sobra a este lado del mar Sobre la pobreza han escrito los poetas cosas muy bellas y terribles, porque hace ya tiempo que los poetas escriben sobre el hambre y las pateras, sobre la injusticia y la muerte, y si no ¿de qué sirve la poesía?. Se acabó el mundo de la épica y se acabó la lírica. La poesía de nuestro tiempo es otra cosa. Dejando de lado los anacronismos, es amarga y fuerte, como la que escribe Antonio Gamoneda, a quien César Coca ha entrevistado hace poco para el diario El Correo. Antonio Gamoneda, que estuvo en Bilbao por la última Semana de la Poesía, esa que cada año tiene como epicentro la Biblioteca de Bidebarrieta, escribe mucho sobre la pobreza y sobre la muerte, porque escribe sobre el horizonte humano. Es muy poca la gente que no considera siquiera la posibilidad de que la pobreza esté en su horizonte. Sin duda eso les hace distintos, quizás implacables. La mayoría de la humanidad viene de la pobreza y corre el riesgo de volver a ella. Antonio Gamoneda fue un niño pobre, porque fue un niño huérfano: se murió su padre dejando a la familia en una situación precaria. Su historia se parece a la de las clases medias y bajas de Europa que creían que el hambre y la escasez eran cosas “tercermundistas” y que habían sido desterradas del presente y del futuro de sus vidas. Ahora han vuelto, ha regresado la pobreza. Se extiende en silencio. Gamoneda no tenía que haber sido pobre, las clases medias europeas de ahora no tenían que haber sido pobres.... Pero en un mundo en el que la pobreza existe, siempre puede girar la rueda de la mala fortuna. ¿Y qué vamos a hacer? ¿Y qué van a hacer los políticos? “Los políticos” dijo Antonio Gamoneda en su entrevista para el diario El Correo “son hoy en cierto modo virtuales. Funcionan manejados por el poder económico”...

Este artículo es una versión ligeramente más extensa del que se publicó en el diario El Correo el día 30 de octubre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

Las SICAV y la espuma

Publicado en el Diario El Correo con el título El torbellino

En 2009 empezó la gran recesión. Probablemente empezó antes y, claro, los fundamentos se fueron poniendo antes todavía, con fiebre y sin pausa. Pero esa es la fecha oficial, un nombre para el comienzo de estos días turbulentos. La realidad está cubierta de una espuma cruel. Debajo el mar se acelera y se agita. Justo debajo de la espuma. 
En 2009 empezó la gran recesión, y algunos líderes, unos cuantos representantes de los poderes públicos (bastantes de ellos) empezaron a decir en esas altas cumbres que se convocan un día y se deshacen otro (como la espuma) que el Estado debía recuperar un papel fuerte como mediador entre los diferentes intereses de la sociedad; que era necesario alcanzar acuerdos transnacionales o crear organismos transnacionales con poder para limitar aquellos intereses particulares que por su tamaño pueden amenazar el equilibrio del conjunto. Se habló mucho de que los poderes públicos iban a tomar la iniciativa, a diseñar unas reglas del juego para esta realidad que se escapa de las reglas del juego, y se afirmó que iba a velar por que se cumplieran. Se habló de muchas cosas y se mencionaron medidas que no se han llevado a cabo. En la pugna de intereses que ha seguido, el poder financiero, ese poder en la sombra que, en realidad, tiene nombres y apellidos que no gustan de salir a la luz, ha seguido ganando las batallas y las elecciones, las decisiones y las apuestas.  
El resultado es esta realidad que se agita y se deshace, este enorme y turbio remolino. La espuma ácida y violenta del mundo. Los Estados no parecen tener demasiada capacidad para renovarse y regenerarse, reinventarse y fortalecerse, y la prédica de los recortes sofoca la injusticia que clama y la desigualdad que aumenta. Durante la última cacerolada contra el pago de la deuda, una economista de 60 años que iba en la cabeza de la manifestación de Madrid dijo "El Gobierno nos ha hecho una auténtica operación de trileros, por la que la deuda de los bancos se ha convertido en deuda tuya y mía sin comerlo ni beberlo" He leído en el Diario El Correo que los millonarios españoles han visto aumentar sus fortunas durante la crisis, según los datos de las llamadas sociedades de inversión, las  'sicav', que gestionan sus patrimonios. Estas han crecido en algunos casos hasta un 50 %. Lo cual es una señal del desequilibrio fantástico al que tiende un mundo de cifras desmesuradas. La noticia decía algo más: en conjunto, las SICAV (Sociedades de Inversión de Capital Variable) han visto reducido el patrimonio que gestionan en más de un 8%; sólo las cinco mayores lo han visto aumentar. Estamos asistiendo pues a un proceso de concentración de la riqueza que no puede encontrar parangón ni en los grandes imperios antiguos, porque la capacidad de producción de su mundo y el nuestro no es comparable. Y estamos asistiendo a un crecimiento de las masas de pobres que, en un mundo con una población humana como nunca se ha visto, habrá de tener consecuencias imprevisibles y, según parece, imprevistas.

lunes, 15 de octubre de 2012

La txartela



Alberto C. es un Joseph K. de andar por casa pues en vez de recorrer los pasillos de las novelas de Kafka recorre los de Osakidetza y las oficinas del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Alberto C. está en paro y su tarjeta de sanidad (la txartela de Osakidetza, como solemos decir en buen euskañol) ha caducado. Antes, tu tarjeta o txartela caducaba, ibas a tu ambulatorio y la renovabas. Se podía dar el caso de que no tuvieras derecho a renovarla porque te habías escurrido por alguna de las grietas de un sistema de sanidad “casi universal”, pero ese es otro asunto. 
Parece ser que un real decreto ley del Gobierno central (hecho según el Gobierno con vistas a favorecer la sostenibilidad del sistema sanitario) establece que solo el INSS tiene potestad para verificar si un ciudadano es beneficiario del Sistema Nacional de Salud. Quien esto escribe ya se había dado cuenta porque, lo mismo que Alberto C., nuestro Joseph K. de andar por casa, una ha tenido que renovar las txartelas de toda la familia el último verano. En la práctica, el decreto ley viene a complicar los trámites, a apoderarse de una porción más del tiempo y la energía del ciudadano. Le obliga a desplazarse y hacer cola, a rellenar impresos y quizás a volver otro día. Seguramente, a volver otro día. «Deben de pensar que como los parados no tenemos nada que hacer, así nos mantienen entretenidos, de ventanilla en ventanilla», decía nuestro amigo Alberto C., que es de Santutxu, ha sido soldador, acaba de solicitar la Renta de Garantía de Ingresos y es ya como un conocido de toda la vida, no sé si de tanto citarle o porque se parece a alguien que conocemos o porque su cabreo se parece al nuestro. 
Vivimos tiempos difíciles y lo último que necesitamos es que las medidas para que el sistema (el que sea) se vuelva más eficaz y pueda sostenerse resulten en más burocracia y más torpeza. Que en lugar de eliminar trámites gravosos nos pongan otros nuevos. Que repartan un mismo trámite por diferentes laberintos. «Nos han quitado la competencia para decir quién es usuario del Sistema Nacional de Salud», ha explicado Patricia Arratibel, directora de Aseguramiento y Contratación Sanitaria de Osakidetza. ¿Será que el INSS no se fía? ¿De qué y de quién no se fia el INSS? ¿Qué busca? Parece que buscaran la oportunidad de dejarnos sin txartela, pero no vamos a ponernos paranoicos. Patxi López acaba de decir que frente a ese “hipotético derecho a decidir futuro” del que tanto se habla en esta y en otras comunidades autónomas está la importante cuestión de lo que ya decidimos a través del autogobierno. En los tiempos que corren, efectivamente, se hace necesario defender lo que tenemos. Sobre todo si el Gobierno Central recupera competencias para complicar las cosas en vez de simplificarlas. Pues mientras se dedica a trasladar competenecias de sitio lo que no hace es racionalizar la administración, evitar duplicidades y coordinar los distintos subsistemas. Lo que hace es otra cosa.
(Se publicó en el Diario El Correo con ligeras variaciones y con el titulo "La tarjeta")

lunes, 1 de octubre de 2012

No tendrás casa

Estoy mirando una fotografía en la que se ve una manifa, parte de una manifa (diario El Correo, 24-09-2012). En el centro del encuadre, una pancarta. En la pancarta, una frase, o dos: casas sin gente, gente sin casas; no vas a tener casa en la puta vida. Esto es concisión. Y expresividad. La primera frase demuestra que la retórica sirve para decir más cosas en menos espacio, lo mismo que se puede usar para no decir nada usando mucho espacio. La segunda sale del tumulto del corazón, del corazón colectivo hecho de la suma de muchos órganos individuales que laten con su tristeza y su furia. Así producen el ritmo punk de la frase, su descaro, su insobornable desesperanza.
No hay nada peor que la falta de esperanza para eso que llamamos cohesión social. La falta de esperanza es un producto disolvente. La falta de esperanza de quienes piensan (y con razón) que no van a tener casa o trabajo o un sueldo digno. ¿Qué quiere la gente?  Algunos quieren hacerse ricos, y los ricos generalmente quieren serlo más, pero la mayoría quiere sólo una casa (la guarida, el abrigo, el territorio personal) y una vida que merezca ese nombre. Un poco de horizonte. Si la falta de esperanza es buena para algo, lo será para la revolución. Desde luego no irradia felicidad ni contribuye al clima más o menos sólido de hipócrita y necesaria concordia en el que la sociedad funciona cuando funciona. Cuando hay mucha gente fuera del sistema, la concordia se acaba. Mucho paro. Mucho “no tendrás casa”. Nunca se sabe dónde puede ir a parar toda la frustración y toda la vida contrariada. El partido nazi alemán se llenó de vida contrariada. Era su energía elemental, su poderoso biocombustible.
En la comunidad autónoma vasca hay 84.890 viviendas vacías. Son muchas viviendas vacías. Más de 26.000 son segundas residencias. También hay 97.800 personas entre 18 y 44 años que no tienen ni siquiera una primera residencia. Tiene que vivir en la casa de sus padres, que no es la suya. No han podido dejar la casa de sus padres, donde los depositó la vida, para hacerse una vida propia. Estos datos se refieren a la gente que, tal como están las cosas, puede pensar que no va a tener una casa en la p. vida, pero no a los que han tenido una casa y se han quedado en la p. calle. Los datos, los fríos datos forman torbellino de pinceladas y pintadas expresionistas. La cuestión es si la misma clase política que es responsable de pasadas leyes del suelo y otros pecadillos será capaz de darse cuenta de que ahora hay que hacer aquello que no se hizo antes para poder hacer otra cosa porque, al fin y cabo, todo iba tan bien...Esto del deshaucio express es un paño caliente más bien tibio. Solo un parque de vivienda pública en régimen de alquiler puede hacer del artículo 47 de la Constitución algo distinto de una burla y desinflar esa otra burbuja inmobiliaria, la del alquiler, que parece controlada por vampiros.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Un viaje


No hace mucho dieron en la tele un documental sobre la memoria, sobre el olvido, sobre el infinito rumor de información que viene a nuestro encuentro a través del día. A veces es necesario cerrar los ojos sólo para dejar fuera una parte de la información. Es entonces, sólo entonces, cuando la noche empieza a apagarse, porque la noche tamibén está llena de imágenes, está llena de pantallas, está llena de luz. La noche es un mar en el que tiemblan los residuos del día: caras, ojos, los cuerpos de los atletas, los nombres de las guerras, de las hambrunas, de los presidentes de gobierno, de los narcotraficantes. La noche está llena de monstruos marinos, de mapas, de barcos, de incendios vistos por el ojo de un satélite, de planicies marcianas, de torres que se derrumban, de hombres armados, de ruinas y cadáveres entre las ruinas, de playas habitadas por personajes de Botero, el pintor de Medellín. Puede que cerremos los ojos para no verlos pero aparezcan aún como chispazos entre las olas. Resplandores, llamaradas, reverberaciones.
Tal vez las voces acaben con las imágenes, piensa el oyente, y busca una emisora en Internet. Encuentra, por azar, una radio alternativa que es una barcaza con una luz brillante en la proa, una luz terca, una luz que no duerme. Esta voz, esta luz, es la de un escritor que habla de un libro que leyó en la adolescencia, un libro de Jack London sobre la ciudad de Londres. Quiero leer ese libro, piensa el oyente mientras escucha la voz del escritor que habla sobre el escritor apellidado Londres que viajó a Londres hace más de un siglo.
Los juegos olímpicos de 2012 llegaban a su fin en la ciudad de Londres mientras el oyente se descargaba el libro y se iba al East End de 1902 con Jack London. El East End no era la cantera del trabajo, era el almacén del trabajo barato y el basurero de las sobras humanas. La cantera del trabajo era el campo inglés, de donde llegaban los trabajadores vigorosos, pero después de dos o tres generaciones en la ciudad con salarios de mera subsistencia, desnutrición crónica, hacinamiento y una higiene  (o falta de ella) espeluznante, se creaba una raza débil  que no conseguía siquiera subsistir. Los viejos que perdían a su familia, aunque hubiesen trabajado toda su vida, se encontraban mendigando en la calle. Los niños que perdían a su familia... Bueno, no es preciso decir nada. Todo el que no pudiera trabajar se veía mendigando en la calle o en situación peor, ya fuera en el East End o en Bilbao La Vieja.. La gente se compraba y se usaba y se deshechaba y se amontaban en cuartos infectos. El alcohol era un consuelo y una forma de acortar el camino.
Un siglo después, todo esto sigue sucediendo en alguna parte o en muchas, y la Europa que había erradicado esta forma brutal de capitalismo (al menos de su territorio) se encuentra en crisis. “Las poblaciones europeas deben aprender que, en este momento, solo de forma conjunta pueden afirmar su modelo de sociedad apoyado en un Estado social”, afirmaban hace poco Jurgen Habermas, Peter Bofinger y Julian Nida-Rümelin en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. El Estado social no es un lujo. No es buena señal tener que decir esto. El oyente sigue las señales. El oyente continúa su viaje. El mundo también.

Jack London's journey into the abyss



lunes, 27 de agosto de 2012

Poblad la tierra

 Poblad la tierra, dijo el Dios del Génesis. Y durante miles, millones de años, los grupos, las hordas, los pueblos, los ejércitos, las multinacionales se han trasladado de un sitio a otro, cruzando mares y estrechos, poblando tierras despobladas y despoblando tierras pobladas. Cuando la Tierra toda estuvo poblada, salvo los remotos e inhóspitos ecosistemas donde el Dios del Génesis colocó una reserva de vida, los pobladores se dedicaron a poblar lo que estaba poblado. Mala cosa. En sus vaivenes y oleadas, la población humana ha dado lugar a extraños fenómenos, como la vida en las ciudades y el descubrimiento de mundos que ya estaban habitados.
No somos muy distintos de las bacterias, que también pueblan lo que pueden. Las bacterias llevan inscrito en su libro de intrucciones bioquímicas el mandato primordial del Dios de Génesis. Hasta en Marte, ese mundo hostil y desmesurado, podría haber bacterias. Será difícil saberlo porque el Curiosity, la nave terrestre que se ha posado en la roja superficie del planeta rojo, no lleva instrumentos para detectar vida, de modo que no podrá recoger evidencias directas a favor o en contra de la hipótesis de la vida marciana. En cuanto a la población o repoblación de Marte, sería mucho más fácil para algunas bacterias terrestres que para nosotros, los seres humanos, que somos más exigentes en cuanto a las condiciones que necesitamos para vivir.
En nuestra forma de adaptarnos al medio y de adaptarlo a nosotros, hemos creado la vida rural y la vida urbana, el paraiso, urbano o rural, y el infierno, que es principalmente urbano pero también campesino. Una vez creado y poblado nuestro mundo sería bueno pensarlo. Una vez que la historia ha rodado y moldeado el mundo y la Tierra está poblada hasta la saturación, debería llegar el tiempo de la conciencia, pero casi todo en este mundo sigue guiado por procesos inconscientes. Si no fuera así, pensaríamos las ciudades para que se parezcan más a la Naturaleza y funcionen como ella, se autoabastezcan y autorregulen, y pensaríamos también cómo inventar un modelo de vida en el campo liberada de sus raíces en el mundo feudal. 


En España, hoy, los pueblos abandonados durante el siglo XX atraen la atención de muchas personas para quienes la vida en la ciudad se ha vuelto difícil, porque las ciudades se vuelven más hostiles en los periodos de crisis económica. Pero la gente de la ciudad no tiene los conocimientos necesarios para sobrevivir en el campo, dice Maximiliano Herrán, creador de pueblosabandonados.com. Todo un caudal de conocimientos que no están en los libros ni en Internet (saber cuándo se debe plantar una lechuga o cómo ayudar a parir a una oveja) se han perdido en menos de dos generaciones, dice Maximiliano. Pero eso no es completamente cierto. Permanecen en los libros, en la gente que los escribe o los lee, ingenieros agrónomos o veterinarios o antropólogos o buscadores. Lo que hace falta es ponerlos a disposición de todos. Divulgación, se suele llamar esto. Lo curiososo es que nadie se va al campo sin financiación (¡ay, la financiación!) pero parece que algunos lo hacen sin aprendizaje. Esto es una buena medida de la importancia que nuestra sociedad le da al conocimiento.
En la historia del Génesis, nuestro origen es el origen del conocimiento y del precio pagado por él. ¿Somos la criatura que conoce y se conoce o nos creemos más conscientes y conocedores de lo que somos? El conocimiento vive ahora también fuera de nosotros, guardado, organizado, el hileras, en filas, en páginas, en archivos, en memorias, esperando a que lo tomen. El conocimiento puede redimir el campo de sus plagas tradicionales y refundar el mundo rural abandonado. Puede viajar y mezclarse y seleccionarse. Hacer que el campo se parezca más a la ciudad y la ciudad más al campo. Hacer más habitable el mundo. Pero es sólo una posibilidad, en esta era llamada del conocimiento. Podría suceder que todo él quedara al fin fuera de nosotros, guardado, almacenado, inconsciente, inoperante, muerto.

jueves, 2 de agosto de 2012

Cajamarca no está lejos

http://noticias.latam.msn.com/xl/latinoamerica/peru/articulo_efe.aspx?cp-documentid=251852891

Artículo publicado en el Diario el Correo el día  31 de julio de 2012

 

 Cajamarca no está lejos. Está en Perú, pero hablan español allí, además de otras lenguas. Cajamarca está en el mundo, en este mundo nuestro donde el precio del oro sube y la vida humana puede valer tan poco. Está en el mundo de Internet y de los noticiarios y de las grandes multinacionales y de los conflictos que nos enfrentan a elecciones básicas. El agua o el oro, por ejemplo. Ollanta Humala, el actual presidente del Perú, hizo campaña en esta región de Camajarca y preguntó a la población si querían el agua y el oro. Parece que eligieron el agua. ‘Entonces haré respetar la voz del pueblo’, dijo Ollanta Humala. Pero ahora también quiere respetar los tratados comerciales y el proyecto de la mina Conga, impulsado por la empresa estadounidense Newmont y la peruana Yanacocha. Para convertir en realidad este proyecto es necesario destruir cuatro lagunas, utilizar 3.069 hectáreas de tierra y afectar 16.000 hectáreas en total. La población encontraría trabajo en la mina, pero también dependería de la mina para trabajar. Temen que la gran destrucción acabaría con la tierra fértil y los acuiferos de toda la zona. La experencia en casos similares es que se destruyen los recursos que sirven para vivir y sobrevivir mientras los recursos que se generan, la riqueza que alimenta los mercados de capitales, no suelen tocar a la población local, a los desplazados y condenados, a los que trabajan por un salario de miseria en la insalubridad y el peligro. No les toca la riqueza, salvo con una maldición que se ha repetido por todo el mundo, llevando la guerra y la miseria y las enfermedades que surgen de un entorno enfermo a los habitantes de los lugares en los que se extraen minerales preciosos. Así ha sido hasta ahora. ¿Por qué iban a creer las comunidades de Cajamarca que vaya a ser distinto en esta ocasión? No se creen nada. Fue aquí, en Cajamarca, donde Francisco Pizarro prometió que dejaría en libertad al Inca Atahualpa a cambio de un rescate de plata y oro, y donde, una vez que tuvo las riquezas, degolló al Inca y demostró lo que valía su palabra. Ollanta Humala quiere incluir en la Constitución de su país el derecho al agua, pero quiere hacer todo lo posible porque este derecho pueda compatibilizarse con la extracción de minerales, que supone un 60% de las exportaciones del país. “Es posible tener una minería con licencia ambiental y social”, ha dicho. Como esto no se ha visto hasta hoy, la población de Cajamarca se opone al proyecto Conga. Ha habido muertos y detenidos, entre estos últimos el activista Marco Arana, que cuando era sacerdote denunció delitos ambientales y violaciones de los derechos humanos causados por la minera Yanacocha. El Arzobispo de Lima le recompensó en 2009 privándole de sus funciones eclesiales. Marco Arana eligió entre el agua y el oro. Ollanta Humala piensa que no es necesario elegir, y Cajamarca cree que el agua siempre es más valiosa que el oro.


Otro enlace para más información sobre el tema


miércoles, 1 de agosto de 2012

Festivales y mercados


Tengo la intención de veranear en Euskadi. Lo más lejos que pienso ir es a Donostia. También voy a pasar el verano en el país de la música. Se puede pasar el verano muy bien en el país de la música por poco dinero. No hace falta agitar el cuerpo y la mente (que son dos facetas de una misma cosa) danzando por los festivales. ¿Para qué moverse, si ya se mueven el cielo y la tierra y el tiempo? Si queremos festivales, aquí mismo, sin movernos mucho, tenemos el BBK Live Festival y el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz y el Festival de Jazz de San Sebastián. Luego tenemos las fiestas con sus ofertas musicales y las salas pequeñas y los locales alternativos. Pero si aun queremos gastar menos dinero y menos tiempo, si no tenemos mucha energía que gastar o nos sobra y necesitamos más música, siempre nos queda Spotify. Spotify es el Festival continuo donde coinciden los pobres y los ricos, la música de la sala de tu casa, de las mañanas y las tardes y de las noches despiertas. Estoy escuchando a Mark Lanegan, que es uno de mis cantantes favoritos (por detras, eso sí, de Nick Cave y de Tom Waits) y claro, la música se va metiendo en la letra, la letra en la letra, la letra en la página y lo va empapando todo. Ha sido una debilidad dejar sonando la música. No se piensa igual con música que sin ella. Tendría que borrarla del aire y empezar de nuevo. Pero la música ya se ha metido en el día. El día va a ser un festival de música. Con el último disco de Lanegan lo que hay que hacer es eliminar esa canción en la que rinde homenaje a la música disco, y luego dos de las más “tecno” (homenaje a esos años ochenta que vuelven para destrozar canciones; recuerden lo que le hicieron a Leonard Cohen) y nos queda un album bastante apañado, aunque quizás no tan potente como Bubblegum. Todo esto se consigue con una lista de reproducción personalizada. Yo voy a personalizarme el verano a base de música y  libros y películas. En estos terrenos, la búsqueda y la elección nos permiten encontrar a nuestra dispersa tribu espiritual por todo el mundo.  Acabo de ver Whitnail and I, película inglesa de culto del año 87 inencontrable en el mercado donde se supone que todo se encuentra. No me pregunten cómo la he conseguido. El país del verano es personalizable. Ojalá eso quisiera decir que es de las personas. Hay también un mercado del verano que nos invita a “personalizarlo” como si fuera una camiseta: comprando dentro de la oferta limitada de imágenes del paraíso. Los mercados venden libertad, pero no son de la libertad. Alfredo Pérez Rubalcaba, que es muy listo, ha expresado el sentir de muchos al decir que Rajoy y su Gobierno han demostrado no entender como funcionan. “Llegaron a creer que los mercados (...) eran de derechas y tratarían bien a un Gobierno de derechas, y no saben que los mercados son de la avaricia". Esa era la gran promesa electoral que flotaba en una capa misteriosa y poderosa por debajo de las promesas de Rajoy. Todos nos la creimos un poco porque, claro, todos creíamos, en el fondo o a menos profundidad, que los mercados son de derechas. Lo desconcertante es que el Gobierno creyera lo mismo. Ahora está desconcertado. “El caos florece”, canta Mark Lanegan. Y todo se va, se va yendo con la música a otra parte.

(Publicado en prensa con el título El país de la Música)

lunes, 23 de julio de 2012

Trabajo


Los trabajadores, como somos la mayoría de la humanidad, somos muchísimos y muy variados y no nos ponemos de acuerdo. Las rentas del capital son menos gente y tienen muy claros sus intereses. Las rentas del trabajo abarcan un espectro tan amplio de niveles socioculturales y modos de vida, de gentes de todo el planeta que no se conocen de nada, que es muy fácil acentuar las viejas divisiones y crear otras nuevas. Así, quienes pagamos la crisis y los impuestos, quienes pagamos el crecimiento económico y la competitividad y el pato, somos los trabajadores de diferente especialidad, nivel y condición. Pagamos con la vida. Es la vida, gran parte de ella, la que se entrega a cambio del salario. Pero las cosas pueden ser aún más drásticas. De vez en cuando, como un goteo que es parte de la banda sonora de la realidad, aparecen en los medios de comunicación esas noticias sobre trabajadores a los que ha matado su trabajo. El trabajo no debería matar. El trabajo debería ser otra cosa. La gente quiere trabajar para vivir, y el trabajo debería estar al servicio de la vida y no de los balances de las multinacionales. El domingo por la noche me acosté con el titular “Tu Iphone está fabricado por niños de 13 años que trabajan 16 horas al día por 70 centavos a la hora”.  Faltaban pocas horas para que muriera en Galdakao un trabajador de 32 años. En Asia, los enormes beneficios de las grandes compañías salen directamente de la vida de la gente, como el agua de un pozo que se explota hasta el agotamiento. No es gran parte de su tiempo el que quieren las fábricas asiáticas; sino todo su tiempo.. Es el tiempo de la vida, todo el tiempo de la vida, el que se utiliza en la jornada laboral, y sólo quedan fuera las horas imprescindibles para las necesidades biológicas. Es el tiempo de que está hecha esta gente lo que succionan las empresas que fabrican nuestros teléfonos móviles y nuestras zapatillas de marca, y los artilugios, caros o baratos, y la ropa de los pobres de occidente, que, muy a menudo, no pueden elegir qué ropa comprar. Es la salud de esos trabajadores que mueren de su trabajo, de las condiciones de trabajo, allá en Asia, sin que sean noticia en nuestros periódicos, lo que hace crecer los beneficios de los accionistas. El problema de los asiáticos es su trabajo: el nuestro, el paro (es decir, el trabajo). Ayer, el último boletín económico del Banco de España decía lo mismo que dicen todos los informes: 2012 va a ser un año de contracción económica, de recesión y más paro. En Barakaldo, que es la esencia de la Bizkaia fabril reconvertida al sector servicios con sueldos de 800 euros y un gran centro de exposiciones deficitario, en Barakaldo cuatro familias son desahuciadas semanalmente por no poder pagar la hipoteca o los impuestos municipales. Las ayudas sociales en apenas dos años se han quedado en la mitad. Y la distancia entre un trabajador en activo y uno en paro es quizás mayor que la distancia entre un trabajador vivo y un trabajador muerto.

Publicado en el diario El Correo en enero de 2012


sábado, 21 de julio de 2012

Malas prácticas

Publicado en el Diario El Correo el 17 de julio de 2012

Me gustó mucho el artículo de Kepa Aulestia titulado “Oportunidades perdidas”. En él se recordaba cómo en 2008 los líderes europeos proponían refundar el capitalismo, y cómo después la regulación de la economía financiera se ha ido dejando a un lado “en nombre de las urgencias que tenía esa misma economía financiera para recuperarse”. Es para llorar de risa. Aquellas declaraciones solemnes, aquellos firmes propósitos que se fueron dejando para mañana en la confianza y el deseo de que todo volviese a funcionar como antes; el impulso épico de la refundación del capitalismo, podríamos decir, se ha diluido y nos ha dejado en este charco en el que nada se funda pero todo se funde: Europa, el dinero, los sueldos, los ahorros, las prestaciones por desempleo, la confianza. Estábamos en una crisis de confianza, decían, y sólo la desconfianza ha crecido, ya que ha prevalecido el deseo de que las aguas volvieran a su cauce, y los bancos han vuelto o han seguido con eso que se llaman “malas prácticas”. Se llaman "malas prácticas" ahora que intervienen los tribunales; antes se llamaban “ingeniería financiera” o, como mucho, “venta agresiva” (que a menudo quiere decir estafa). Hace poco la cúpula directiva del Barclay's Bank cayó con un sonoro batacazo tras conocerse el resultado de una investigación de la Autoridad de servicios financieros del Reino Unido. El Barclay's y tres bancos más tendrán que indemnizar a los clientes a los que les vendieron gato por liebre y zorro por gato. “Productos financieros complejos”, parece que son. De paso se ha sabido que los bancos se ponían de acuerdo para manipular los tipos de interés. Ahora están siendo investigados por el departamente de justicia de Estados Unidos.
Algo similar ha pasado en España con la venta de acciones preferentes. Usted iba a su banco a renovar el plazo fijo de los ahorrillos y salía con un “producto financiero complejo” que vencía en 9999, número emblemático que puesto al revés nos da 6666, número diabólico. Un millón de ahorradores que creían estar renovando el depósito a plazo fijo o que no tenían ni idea de lo que compraban fueron asesorados por su banco para entrar en el camino de la ruina económica. Por eso una jueza de Cambados ha condenado a Novagalicia a devolverle sus 7.500 eurillos más intereses a un cliente al que, sencillamente, se le mintió para que firmara, y un juzgado de Girona ha condenado a Bankia a devolver 28.565 euros a un jubilado de 78 años que los había invertido en un producto tan complejo que ni la directora de sucursal que se lo encajó sabía bien qué le estaba vendiendo, por lo que no se lo pudo explicar. Bueno, pues cuatro años después de que Sarkozy proclamara “la refundación del capitalismo”, aquí estamos. Hasta la deuda pública es ya algo así como un producto financiero. “Controlan a la gente por medio del dinero de la propia gente”, se titula una información de Javier Muñoz sobre un libro de Louis D. Brandeis que está de plena actualidad, aunque se escribió (el libro) ¡en 1014!

Carretera y casa

Era la forma de vida de aquellos días en que los bancos querían prestar dinero a todo el mundo y todo el mundo quería deber dinero a los bancos. Especialmente los constructores. Era un mundo de casas que se reproducían como los clones de Galaxar en “Monstruos contra alienígenas” y de carreteras que crecían, se desdoblaban, se desplegaban, se multiplicaban entre las urbanizaciones. La gente trabajaba para pagar la hipoteca con la que pagaba la casa y la hipoteca con la que pagaba el coche. Los coches también aumentaban, crecían, se multiplicaban y corrían por las carreteras de una casa a otra, de una ciudad a otra, de la primera vivienda a la segunda vivienda. Los coches corrian sin parar hacia la segunda vivienda y hacia el hotel de la costa y hacia el aeropuerto y hacia el peaje de la autopista y hacia el desguace. Iban de la casa a la empresa, de casa a la fábrica. Todavía lo hacen si sus dueños conservan el trabajo, pero no se reproducen mucho, como las casas, que ya no se venden, ni aunque sean vivienda protegida. En cuanto a las carreteras, el problema actual es cómo mantenerlas, y no sólo eso, sino también cómo pagarlas.
Todo sucedió hace poco, hace un tiempo corto y feroz que le ha dado una vuelta de campana a la realidad. Los enemigos declarados del Gobierno de Rodríguez Zapatero decían que era el Gobierno el que nos estaba llevando a la ruina y que la clave estaba en la deuda pública, pero ahora que ya no tenemos la banca más sólida del mundo ha aflorado la verdadera base carcomida de la crisis: la deuda privada. Lo decían quienes sabían de estas cosas, pero ya no hace falta saber gran cosa para verlo: sólo verlo. La consultora Oliver Wyman, una de las dos consultoras independientes a las que se encargó una auditoría sobre los bancos españoles, ha publicado en su informe que “los casos de los que se tiene conocimiento parecen indicar que partes significativas de los créditos para la promoción y construcción inmobiliaria han sido mal clasificados como créditos empresariales corrientes”. Vamos, que el agujero del ladrillo es todavía más monstruoso de lo que se pensaba, ya que parte de él estaba discretamente disimulado.
Pero hay más agujeros. El más significativo es ese fantástico sumidero espacial de 3.800 millones de euros que brota de las autopistas de peaje. Ay, esas carreteras pensadas para un mundo descomunal, en crecimiento infinito, creciendo como un puente sobre la deuda, privada y pública, sobre un agujero de gusano que nos ha traído hasta estos días. La mayoría de ellas no tienen ni el 70% del tráfico previsto. Nueve concesionarias no pueden pagar ni los intereses de su deuda con los bancos.Y claro, ya están esperando que Papá Estado acuda al rescate. Es curiosa la relación entre el Estado y el capital ¿no es cierto? A veces hasta parece que fueran la misma cosa.

Publicado en el Diario El Correo el 26 de junio de 2012



jueves, 12 de julio de 2012

Encrucijada

Publicado en el Diario El Correo el 12 de junio de 2012


Vivimos un tiempo crucial. Ojalá no lo fuera. ¿Quién no preferiría vivir en un periodo tranquilo y próspero en el que pareciera que el mundo hubiese adquirido una forma amable y definitiva? Claro que incluso ahora el mundo es asi en ciertas áreas residenciales y nunca lo ha sido en otras. Nuestro tiempo es una cruz, un tiempo decisivo, una encrucijada. Los observadores marcianos de los relatos de H.G. Wells lo encontrarían emocionante; a nosotros nos parece angustioso. Hasta los mineros asturianos han vuelto de las profundidades (de las minas y de la historia) prometiendo convertir su desesperación en una revuelta.
Ayer fue un día crucial. En un primer momento, las ayudas europeas al Estado español para ayudar a la banca española redujeron la angustia de las bolsas, que, como hemos podido comprobar desde que prestamos alguna atención a estos asuntos, son bastante histéricas. “El rescate a España levanta el ánimo de los mercados”, decía el Financial Times por la mañana. Por la tarde ya decía otra cosa. El Gobierno español nos vendía el rescate como un triunfo, pero si no era como para celebrarlo por la mañana, cualquier alegría se terminó por la tarde. Todo se mueve, y rápido. Estábamos en el debate de si habíamos sido rescatados o ayudados, rescatados o un poco intervenidos, y ahora nos preguntamos si el rescate sirve para algo, si algo va a servir para nada. Ha sido un intento de ganar tiempo para la economía española y para la zona euro, pero tiempo es lo que falta, aunque sea tiempo de decisiones, tiempo para acertar con el camino o para errarlo. Por desgracia, las diferencias y los maletendidos entre los países europeos no ayudan Quizás porque se ha estado construyendo el mercado común y no se ha construido la cultura común que permita que los países se conozcan, se entiendan y hablen un mismo idioma, aunque no sea el alemán
Así pues ¿hemos ganado tiempo o lo hemos perdido? Y si tuviéramos más ¿acertaríamos el camino? Faltan cinco días para las elecciones griegas, donde la gente podrá votar a los partidos que propugan seguir en Europa y a los que no, a los que quieren seguir con las medidas de austeridad o a la Coalición de Izquierda Radical y su líder Alexis Tsipra. No sabemos cuánto falta, aunque sabemos que no mucho, para las elecciones en Euskadi, donde la gente podrá votar a los partidos que apuestan por los recortes y a los que no, a los que quieren seguir en Europa y en España y a los otros. El panorama político vasco ha cambiado y Euskal Herria Bildu ofrece la posibilidad de rechazar casi todo e ir por el camino de la soberanía y la “soberanía alimentaria”. Ahora ya no se trata sólo de elegir al mejor gestor. ¿Qué dirección tomará Euskadi? ¿Hacia dónde va Europa? Se nos ofrecen diferentes caminos, pero son caminos sin vuelta. Es la encrucijada. Es cuestión de tiempo.

martes, 10 de julio de 2012

Viernes 13

Publicado en el diario El Correo el 8 de mayo de 2012

Los viernes ya son de Rajoy, son los viernes de Rajoy, de las bromas en twitter, del miedo, la decepción o la ira. El viernes le ha robado protagonismo al lunes como día aborrecible. Del lunes se ha hablado siempre mucho para decir lo malo que es. Maldito lunes. Sobre el viernes, conveníamos en que está lleno de cansancio y de alivio. Es un día de promesas que no van a cumplirse, o no del todo. Promesas concretas que dan lugar a hechos y frustraciones puntuales; promesas vagas de una vaga libertad y una renovación imposible. Es la antesala del sábado y poco más, el viernes. Un derrumbadero hacia el fin de semana. La semana es un ciclo cultural y está troquelada con arquetipos que unifican nuestra percepción de ella, pero no las semanas mismas. Mi semana y la semana de Rajoy son muy distintas. La del estudiante y la del ama de casa, la del pequeño empresario y la del director de un gran banco son muy diferentes. Los escalones del viernes son más o son menos escalones, suben o bajan, llevan a mundos dispares. Los eslabones de la semana cambian con cada semana y con cada sujeto. Pero los viernes de Rajoy han entrado en la mente de todos como el emblema del tiempo que vivimos, en la acepción de la política doméstica y bajo el acento circunflejo de la pérdida. Ya nos van a quitar hasta los viernes que se cultivan en la juventud para conservar luego a lo largo de la vida su pequeño rito de pasaje hacia la nada. A cambio nos entregan los viernes de Rajoy, que son viernes de una prolongada cuaresma laica, viernes de la sorpresa amarga y de los recortes. Desde que Rajoy dijo aquello de “Cada viernes, reformas; y el que viene, también” (lo dijo un sábado) nos acercamos a este día con suspicacia y resentimiento. Por si fuera poco, Bruselas anuncia que anunciará en viernes si le parecen bien y bastante las medidas de austeridad españolas. Ya todos los viernes son viernes 13. ¿Qué podemos esperar, salvo que suba el IVA y encojan los servicios públicos? Para el próximo viernes, el terreno de juego es el crucial, resbaladizo territorio de la banca y los misterios financieros. Teníamos esta economía de jugar con el dinero, de apostar en el casino del mundo, de comprar barato y vender caro, de precios incomprensibles. "Cuando el sistema financiero rozó la realidad, constató que estaba en el aire" decía ayer el historiador Daniel Reboredo en este periódico. El batacazo fue sonoro, pero no fue una explosión desintegradora gracias a que el dinero público acudió al rescate. El próximo viernes se volverá a salvar a la banca. Esta vez don Mariano Rajoy y su Gobierno van a "sanear" la banca española, que tiene los cimientos podridos de ladrillo podrido. Ni Mariano Rajoy puede estar seguro de que la banca sea "saneable". Lo que sí sabe --lo sabemos todos-- es que, después de esto, tendremos que ajustarnos aún más el cinturón.



Bankia

Bankia es un nombre que parece salido de la oficina de nombres de Fernando Beltrán. Digo que parece, no que lo sea. Fernando Beltrán, el poeta que ha creado las marcas lingüísticas con que son conocidas tantas empresas españolas del siglo XXI, es el hombre que encuentra los nombres necesarios. Tiene Fernando Beltrán una relación especial con la lengua, una relación imaginativa, creativa, inteligente y emocional. Sabe ver el funcionamiento de la lengua, sabe oirlo y perseguirlo, sabe participar de la vida de las palabras, y por eso los políticos, los directivos, los accionistas acuden a él para que les diga cómo ha de llamarse ese complejo artefacto administrativo, financiero, comercial, científico o industrial que tratan de poner en pie. A veces ha salvado un proyecto dándole nombre. Fernando Beltrán ve los nombres de las cosas cuando las cosas aún no lo tienen. Bankia parece una palabra de las que se han escapado de su fábrica de palabras, pero tal vez no lo sea. No he encontrado en ningún sitio, ni en el sitio web de Fernando Beltrán, el testimonio, la prueba. En todo caso, quien hizo el nombre seguía la estela de Fernando Beltrán, aunque no fuese él mismo, que también sigue su propia estela de nombres: Amena, Faunia, Opencor o Musa a las nueve, por ejemplo. También Aliada, La Casa Encendida, Emergia o Asombra forman parte del rastro de Fernando Beltrán. Creo que Bankia no, no viene de ahí, pero sigue siendo un buen nombre, y, sin embargo, la realidad lo está cubriendo de ironía y amargura. Es ya como el nombre de un país dentro de un país, el topónimo para una tierra de desastres y perplejidades. Tiene sustancia pero se refiere a una realidad sin aplomo, y cuando lo oímos, escuchamos el ruido de la ilusión que no puede fingir, de los trajes que se derrumban en escena sobre su propia sombra y entonces vemos que la sombra está hecha de palabras negras  y de números que se desangran y que son sombras. Bankia es un nombre rotundo para la mentira de su solidez y para las contradicciones que forman su viga maestra, y España es un país donde, actualmente, un 25% de la población corre el riesgo de ser pobre. Hace cinco años, Cáritas atendía a 400.000 personas en este país llamado España; hoy atiende a millón y medio. La distancia entre ricos y pobres crece cada día y en medio de la desilusión y la desconfianza, en mitad de todo lo que flaquea y teme, está la isla ficticia de Bankia, están los pies de barro de Bankia, y el crédito que no remonta, y los pisos que no se venden y la operación de rescate y las responsabilidades que no se piden y el precio de la deuda pública y los comedores de Cáritas y el corazón de ladrillo podrido de Bankia. No, creo que este no es uno de los nombres de Fernando Beltrán, porque los nombres de Beltrán suelen tener suerte y bajo el suelo de Bankia y las fortunas de sus directivos hay un profundo subsuelo desafortunado.

Publicado en el diario el Correo el martes 29 de mayo de 2012

Una artista, dos proyectos en uno: Esperanza D'Ors y las sirenas que provocaron a Ulises.

  Esperanza D'Ors tiene entre manos un proyecto que es dos proyectos: por un lado, el conjunto de esculturas que forman la parte princip...